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336 ALEJANDRO DE VILLALMONTE «La doctrina más grandiosa de las religiones judía y cristiana es — me baso aquí en una frase de Schopenhauer— la doctrina del pecado original. Ésta ha determinado la historia hasta ahora y deter­ mina aún hoy el pensamiento del mundo. Ésta es sólo posible bajo la condición de que Dios ha creado libre al hombre. Lo primero que hizo el hombre fue cometer el gran pecado en el paraíso, a raíz del cual toda la historia de la humanidad sólo se puede explicar con propiedad partiendo de un punto de vista teológico...». «En este punto me considero seguidor de Schopenhauer, creo que la doctri­ na del pecado original constituye una de las teorías más significati­ vas dentro de la religión. La religión tenía una función social que ha perdido hoy. Ahora puede usted comprender por qué Schopen­ hauer considera la doctrina del pecado original como una doctrina grandiosa. La afirmación de sí mismo, la negación de los demás indi­ viduos, es lo que constituye para Schopenhauer el pecado original propiamente dicho»212. 212 M. H o r k h eim er , La búsqueda de sentido, Salamanca, Sígueme, 1976, 108- 109. Por alusión, tal vez el lector tenga interés en conocer la opinión de A. S c h o pen ­ h auer sobre el PO. He aquí un texto significativo: «La miseria que llena este mundo protesta demasiado alto contra la hipótesis de una obra perfecta debida a un ser absolutamente sabio, absolutamente bueno, a más de todopoderoso; y, por otra parte, la imperfección evidente y aun la burlesca caricatura del más acabado de los fenómenos de la creación, el hombre, son de una evidencia demasiado sensible. Por el contrario, los dolores y miserias son otras pruebas favorables cuando consi­ deramos el Mundo como la obra de nuestra propia falta... Mientras que en la prime­ ra hipótesis la miseria del mundo se vuelve una acusación amarga contra el Crea­ dor, y da motivo a sarcasmos, aparece, en el caso segundo, como una acusación contra nuestro ser y contra nuestra voluntad. Ello nos lleva a ese pensamiento pro­ fundo de que nosotros hemos venido al mundo ya viciados como hijos de padres gastados por el libertinaje, y de que si nuestra existencia es del tal modo miserable, y tiene por solución la muerte, es que nosotros tenemos que pagar continuamente esa falta. Es la pesada falta del hombre la que los acarrea los grandes e innumera­ bles sufrimientos del mundo: y entendemos esa relación en sentido metafísico y no físico y empírico. Así, la historia del pecado original me reconcilia con el Antiguo Testamento, es también a mis ojos la sola verdad metafísica del libro... Nuestra exis­ tencia no se asemeja a nada tanto como a la consecuencia de una falta y de un deseo culpable». A. S c h o p e n h a u er , Eudomología. Parerga y Paralipomena, Madrid, ed. Ibéricas, 1961, 315. Recuerda el mito del pecado originario de las antiguas reli­ giones, asumido por los seguidores de la teoría del PO. Teoría que contemplaría al planeta tierra como una penitenciaría (a penal colony), 316. Los católicos se procla­ man cada día ios desterrados hijos de Eva’, que viven ‘gimiendo y llorando en este

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