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C ap ítu lo XVII LA «BENEFICA INFLUENCIA» DE LA DOCTRINA DEL PECADO ORIGINAL EN LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL Con insistencia y claridad nos hemos distanciado de la secular doctrina del PO al propugnar un Cristianismo sin pecado original Si bien resalta muy visible en toda nuestra exposición que no hemos dejado el problema en su dura y ruda negatividad: hemos propues­ to y, al parecer demostrado, que todo hombre entra en la vida posi­ tiva, real y personalmente acogido a la Gracia y amistad de Dios. Dejamos de hablar del «dogma» del PO y hablamos de la realidad de la «Gracia original». De todas formas, es inevitable y debe asumirse el reto que com­ porta esta incisiva pregunta, ¿cómo se explica que una enseñanza que ahora es calificada de inconsistente en sí misma y sobrecargada de desfavorables concomitantes consecuencias, se haya mantenido exuberante de vitalidad durante más de quince siglos? La pregunta adquiere nuevo mordiente si se tiene a la vista que el hecho ocurre dentro de la cultura occidental, la cultura más duramente crítica con sus propias creaciones en todos los campos de la actividad humana. Ya se ve que una respuesta medianamente aquietante exigiría un estudio detenido y complicado; tanto en el plano de la historia de la teología, como en el plano de la historia de la cultura. No hay posibilidad, ni necesidad de hacerlo ahora después de lo expuesto. 1. LOS MOTIVOS DEL PECADO ORIGINAL Y SU VALORACIÓN CRÍTICA La respuesta más lista y expeditiva a la pregunta por los «moti­ vos del PO» sería ésta: la Cristiandad occidental mantuvo con vigor, tenacidad y solemnidad la creencia en el PO apoyada en la ‘autori­ dad’ de la palabra de Dios, en alguna o en varias de sus manifesta­ ciones. En páginas anteriores he manifestado mi convicción de que la palabra de Dios no ofrece un apoyo directo, inmediato, suficiente

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