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38 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 1. UN PROBLEMA SECUNDARIO, MARGINAL, IRRELEVANTE EN EL CONJUNTO DE NUESTRO SISTEMA CRISTIANO DE CREENCIAS Parece la propuesta más obvia, desde el punto de vista de la teología sistemática. Insistíamos antes en ello: el destinatario de la palabra de Dios es la comunidad de hombres adultos. Ellos son los únicos, inmediatos, directos oyentes de la Palabra y los únicos respondientes a la misma en la fe, esperanza y amor. Sin embargo, la historia de la teología occidental no puede escribirse sin encon­ trarla, en diversos momentos, llena de aguda preocupación y haciendo largos discursos sobre la situación teologal de la huma­ nidad infantil. Nominalmente, la afirmación de que todo hombre es concebido en PO cobró una importancia histórica de primer grado. Al entrar en tercer milenio podremos alejarnos reposada­ mente de tal teoría, pero no podemos menos de discutir la pre­ gunta y la respuesta que daba la teología tradicional. Hoy mismo, la pastoral cristiana está preocupada por la dignidad y respeto que al niño se le debe como real, aunque inicial persona humana, a nivel natural. Su personalidad/dignidad sobrenatural/teológica tam­ bién ha de ser objeto de reflexión. Sobriamente, y en el contexto de las otras verdades de la fe, piadosamente, como aconseja el Vaticano I, DS 3016. 2. SITUACIÓN INDIFERENCIADA ENTRE GRACIA Y PECADO Varios teólogos contemporáneos se ven precisados a hablar de la situación teologal del recién nacido, porque el estudio de la secu­ lar creencia en el PO obliga a ello. Pero rehuyen hablar de «pecado original» en los niños, al modo como lo hicieron san Agustín y toda la teología clásica. Pero, por otra parte, tampoco les parece justifi­ cado hablar en ellos de estado de gracia y amistad divina en el sen­ tido teológico, propio de la palabra. Optan, pues, por proponer para el recién nacido una especie de estado/situación intermedia, aun­ que ellos no usen esta expresión: situación neutra, indiferenciada e indiferenciable entre la gracia y el pecado.

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