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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 321 No podemos prolongar un tema que nos llevaría muy lejos. Digamos, enlazando con el tema del PO que nos ocupa, que el poeta del «Exultet» llama culpa «feliz» y acto «merecedor» al pecado de Adán en un lenguaje fuertemente dialéctico/paradógico. La sobriedad teo­ lógica debe decir que el pecado de Adán no «mereció» la Gracia de la encarnación. El pecado del protoparente no ‘motivó’, en modo alguno, la venida del Hijo de Dios. Diríamos que, de suyo, la ‘des­ mereció’ de modo absoluto. El Hijo se encarna a pesar del PO y de sus secuelas. El Padre, antes de la creación del mundo y de Adán en él, tenía ya el proyecto fijo de comunicar a todos los hombres la par­ ticipación de vida divina. Decisión que sigue firme y no quiebra, a pesar del pecado de la humanidad: el PO, si ocurriera, y otros 202. Ya hemos explicado que para proclamar la impotencia soterio- lógica del hombre y quebrantar de raíz el orgullo de las obras y, correlativamente, para hablar de necesidad de la Cruz redentora, no conviene hablar del «necesario pecado de Adán», que ha podido merecer al Redentor. Éste ya estaba antes en nuestra historia: en el plan divino eterno y en la realización concreta, poniéndola en macha y dándole sentido. C) L a m etafísica d el pec a d o o rig inal Sobre la lírica y mística del PO, sin anularlas, sino superándolas por Aufhebung (sobreelevación, anagogía) encontramos desarrollada la que calificamos ‘metafísica del PO’ por obra de G. W. F. Hegel. Hacemos una mera y rápida mención del hecho. Como un dato más dentro de la idea que preside este capítulo sobre el impacto de la doctrina del PO en la cultura occidental en uno de sus más elevados exponentes: el filósofo Hegel 203. 202 Esta afirmación se ve clara en la teoría escotista sobre el primado absoluto de Cristo, antes eludida. También en la perspectiva de muchos Padres griegos que ven a Cristo/Logos como fundamento primero, inconmovible de la creación. Dios permite el pecado de Adán y los otros pecados humanos porque en su designio eter­ no, existía ya el Salvador, dador de la inmortalidad y vida divina. La caída no rompe la unicidad y continuidad de la economía e historia de salvación fundada en Cristo. El cual es el fundamento de la primera y de la segunda creación, Col 1, 13-20. 203 Esta sucinta noticia sobre el impacto de la doctrina cristiana del PO en la filosofía entera de Hegel la encontramos reiterada en varios investigadores del pen-

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