PS_NyG_1999v046n001p0007_0353

318 ALEJANDRO DE VILLALMONTE luterana, preparan el camino para la aparición de lo que se llama la «mística del pecado» y también de lo que luego encontramos como metafísica del PO en Hegel. La calificación de ‘mística’ tiene un amplio y más bien difuso espectro significativo. Aquí la utilizamos como equivalente a secreta, misteriosa, recóndita. Quiere decirse, por los usuarios de este len­ guaje, que el PO y sus hijuelas los pecados del individuo, parecen disponer de una inesperada energía, una recóndita fuerza impulsiva para la realización y comprensión que el hombre ha de tener sobre sí mismo. Primero en el campo de la antropología teológica. Como expresaba Lutero, la justificación que el hombre recibe es incom­ prensible e irrealizable sin contar con la experiencia vivaz del peca­ do. Es necesario experimentarse justo y pecador al mismo tiempo = simul iustus et peccator. Pero, luego, la idea se secularizó y recibió una aplicación extensiva: el hombre no lograría su madurez, la ple­ nitud de su personalidad humana si no pasa por la experiencia del pecado. La humanidad y cada individuo humano. Los caminos hacia abajo se convierten, consecuentemente, en caminos hacia arriba, hacia la profundización y espiritualización 197. Esta fuerza mística/recóndita del PO (y de sus hijos, los peca­ dos personales) se aplica, en primer término, a la interpretación de la narración/mito del Gn 2-3. En manos de los primeros teólogos cristianos, en lucha contra la gnosis y su fatalismo antropológico, recibe una interpretación humanista de signo positivo: muestra que Dios creó al hombre libre, capaz del bien y del mal moral. Colate­ ralmente, recibe una función de teodicea, de explicación del origen del mal en el mundo por obra del hombre, no de Dios. En Agustín es interpretada la desobediencia de Adán como una inmensa rebel­ dad... hacer enfermo es la propia y secreta intención de todo el proceso y sistema de salvación puesto en marcha por la Iglesia-. Ib., Objeción que tiene su base en el hecho de que el cristianismo protestante tiene una clara visión hamartiocéntrica de la acción salvadora de Cristo. También muchos católicos participan de esta idea, en cuanto hacen al hombre caído y en cuanto caído = homo lapsus, beneficiario primero e indis­ pensable de la Gracia redentora. Recuérdese la teoría de algunos teólogos, que pro­ ponen el pecado de Adán como ‘motivo primario’ de la encamación del Hijo de Dios. 197 Un informe y valoración de la ‘mística del pecado’ puede verse en D. von H ildebrand , Moral auténtica y sus falsificaciones, Madrid, Guadarrama, 1960, 133- 143. Félix culpa, 157-187: la mística del pecado.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz