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304 ALEJANDRO DE VILLALMONTE del PO ha impregnado amplísimas zonas de nuestra dogmática y de nuestra moral. Los moralistas contemporáneos se lamentan de que sus colegas de siglos atrás dedicaran su atención preferencial a detec­ tar pecados, a combatir las pasiones y así desecar la fuente de los pecados en su origen. Es decir, prevalecía una moral de talante y pre­ tensiones hamartiológicas. Incluso en la misma visión de la gracia, que es vista más como medicina curativa que como fuerza elevante y creadora de nuevo ser en el creyente. Esta visión «pecadorista» de la economía de la redención se extendía a toda la cura de almas. Nomi­ nalmente en su doble manifestación más visible: la predicación y la administración de sacramentos. Por eso, Delumeau, en la obra citada, habla con detención y abundante documentación de la «pastoral del miedo» predominante en los varios siglos por él historiados. Son ‘casos’ y hasta ‘anécdotas’ que delatan un sistema de fondo. El hombre criminal y el Dios terrible son las dos realidades/figuras que se enfrentan asiduamente en esta pastoral del miedo 184. Este calificativo de ‘criminal’ dado al ‘hombre’ (a todo hombre) no sólo ocurría en los fogosos textos de los predicadores, se encuentra tam­ bién en textos de teólogos que especulan sobre el PO. Incluso en nuestros días, el teólogo protestante E. Brunner tiene un libro con el título Dios y su rebelde, así como su otra obra de antropología teológica: El hombre, ser contradictorio 1*5. Resultaba inevitable que, frente a un hombre criminal de nacimiento y estructura, se presen­ tase un Dios iracundo y castigador implacable y hasta ‘sádico’ del que hablaban con frecuencia tantos predicadores de conversión. 184 D e lu m e a u , o . c ., L ’homme criminel ou la corruption de la nature par le péché. Libro escrito en el círculo de la escuela berulliana, por lo demás cultivadora de una espiritualidad muy noble. Así se justifican los castigos universales que Dios ha impuesto a la humanidad y el vivo sentimiento de culpabilidad colectiva de ras­ gos neuróticos. Le péché, 321-338. 185 E. B run er , Gott und sein Rebell. Eine theologische Anthropologie. Bearbei- tet und herausgegeben von U. Berge-Gehardt, Hamburg, Rowolt, 1958. También en su libro Der Mensch in Widerspruch. Die christliche Lehre von wahren und wirkli- chen Menschen, Zürich, Zwingli Verlag, 1965. También la teología católica puede hablar de «la paradoja del hombre cristiano» (H. de Lubac), pero aquí la dimensión paradógica del hombre no se ve en la tensión hombre pecador-Dios Santo, sino desde el hecho de que el hombre está llamado a un fin sobrenatural; pero que, sin embargo, no lo puede alcanzar por las fuerzas de su naturaleza. Incluso aunque pongamos en él un deseo ontològico natural de ver a Dios.

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