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296 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE También ha sido objeto de cultivo por ciertas corrientes filosóficas, en nuestro ámbito cultural. San Agustín, sobre todo en La C iudad d e Dios, debate con amplitud la demonología de los filósofos paganos. Si se admite y proclama que, por el PO, todo ser humano nace y continúa como esclavo de Satanás y posesión suya hasta que reci­ ba la gracia de Cristo en el bautismo, la lógica interna de tal creen­ cia lleva a satanizar la historia humana en momentos determinados de la misma. Ya hemos indicado cómo a los ojos de los cultivado­ res de la doctrina del PO, al menos en los primeros siglos, llegaron a calificar la ética y la religiosidad de los no-bautizados como crea­ ciones de Satanás. Sólo progresivamente fue adquiriendo universali­ dad la convicción de que no todas las obras religioso-morales de los no-cristianos son inspiradas por Satanás. Por una desafortunada lógica, interna al sistema, fueron calificados como agentes de Sata­ nás y en diversas épocas y con diversa intensidad, los musulmanes, los judíos, la mujer. Los p ro ceso s d e bru jas son uno de los eventos de los que la Cristiandad occidental se avergüenza hoy en forma más reiterada y amarga, pero también más justificada. Desde luego que el fenómeno contiene variados matices y dimensiones. Pero los inquisidores eclesiásticos, los buscadores de brujas recubrían su acti­ vidad profesional con motivaciones teológicas consciente o incons­ cientemente. Entre ellas la creencia en el PO como fuente perma­ nente de cualesquiera maldades humanas 177. 3. OCCIDENTE, CIUDAD ASEDIADA Reproduce esta frase el subtítulo de una de las obras de Delu- meau, La peur, ya citada. Se imagina uno a nuestro Occidente como una especie de «aldea global» sitiada por dentro y por fuera por un 177 Al lado de otros factores psicológicos, socio-culturales humanos —dema­ siado humanos— en la creación y desarrollo de los procesos de brujas, intervenían estos ingredientes teológico-religiosos: la creencia exacerbada en la presencia e influencia de Satanás en la historia humana: la misogenia ambiental. La cual venía alimentada por la creencia en el PO. Porque la mujer/Eva habría sido su introducto­ ra en connivencia con la serpiente/Satanás. Y su mantenedora privilegiada. Ya que la concupiscencia, en la cual sigue encarnada la fuerza del PO, la veían encarnada a su vez en la mujer que, por ello, era presa fácil del diablo y del embrujamiento.

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