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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 295 dad suya; inhabitados por el espíritu inmundo. De aquí derivaba la vieja teoría mantenida durante siglos, de los «derechos del diablo» = iu ra d ia b o li. Con ello, se otorgaba a la acción del Salvador una dimensión y finalidad primariamente hamartiológica y de lucha con tra el diablo. J. A. Sayés ofrece como ‘nueva’ esta interpretación demonológica del hecho del PO. Nacer en PO sería igual a nacer como propiedad, posesión de Satanás. Si bien la ‘posesión’ diabóli ca en el recién nacido no sería la posesión y dominio absoluto de un poseso, en sentido técnico. Sería un dominio ‘político’ y provi sional, hasta que Cristo lo libera del Maligno 176. El R itual R om ano para el bautismo de párvulos reproduce el viejo ritual de adultos. Con energía y seguridad sorprendentes expre sa su convicción de que el bebé nace poseído, inhabitado, propie dad de Satanás. Por cinco veces se le conjura al espíritu inmundo a que salga del niño y deje el sitio al Espíritu Santo. Ya hemos indica do el sentido que pueda tener la administración del bautismo para remisión de los pecados, tanto en párvulos como en adultos. Y, en su caso, los conjuros para expulsar al diablo, y los «abrenuncios» contra Satanás y sus pompas. Tales gestos rituales realizados de cara a Satanás en el momen to de bautizar a un bebé, pudieran ser interpretados como residuos de una mentalidad arcaica, rudimentaria y hasta mágica. Una demonología, en casos, muy exuberante, ha sido cultivada en otras religiones, aunque hayan ignorado la doctrina cristiana del PO. 176 El satanismo, la convicción de que, por efecto del PO, todo hombre nace esclavo del demonio, ‘inhabitado por Satanás’ recobra inesperada vivacidad en un autor de nuestros días, J. A. S ayés , Antropología del hombre caído. El pecado origi nal, Madrid, BAC, 1991, espec. 295-337. Una crítica de esta teoría en A. de V illal - m onte , Satanás y el pecado original, en NG 49 (1993) 201-238. Tal teoría, a mi jui cio, intensifica todas las dificultades de la teoría tradicional al añadirle un peligroso componente de satanismo. Esta convicción de que, antes del bautismo, los bebés son seres inmundos, esclavos de Satanás e ‘inhabitados’ por él, ha calado en la gente cristiana en forma lamentable. He podido oír a piadosas madres cristianas de estas tierras que, siguien do la costumbre del país, no besaban a sus hijitos antes del bautizo porque, se les decía, están manchados de pecado. También de la existencia de esta misma costum bre entre madres piadosas de Bretaña y otras regiones de Francia, habla D elum eau , Le péché, 309. Tal vez en su origen se trate de una precaución higiénica, cargada luego de miedos mágicos y recubierta, por fin, con motivaciones religiosas.
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