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286 ALEJANDRO DE VILLALMONTE gen de la pesadez y fracaso que, con frecuencia, acompaña al tra­ bajo de los humanos. Por lo demás, hasta época moderna, tampoco la cultura seglar, no teológica ofrecía nada valioso sobre esta cues­ tión. Ni había aparecido el estudio histórico-crítico de los textos bíblicos, ni las teorías evolucionistas que revolucionaron la exégesis de Gn 1-3. Por su parte, la poderosa creencia del PO ofrecía res­ puesta «universal y satisfactoria» a la hora de explicar cualquier mise­ ria y sufrimiento que aqueje a la humanidad. Aunque no deja de extrañar la desmesura intelectual y volitiva con la que dogmatiza­ ban sobre temas tan poco estudiados por ellos l69. 4. EL CONSERVADURISMO POLÍTICO-SOCIAL Y LA TEORÍA DEL PECADO ORIGINAL Uno de los motivos —no el único— de por qué la Iglesia se opuso tan tenazmente a la Ilustración y ésta combatió a la Iglesia (Iglesia cristiana) fue el peligro que la Ilustración representaba para el «fundamental e irrenunciable ‘dogma’ del PO. Desde hace más de un siglo, y hasta fecha reciente, se luchó denodadamente contra el evolucionismo antropológico. También aquí, sino en forma exclusi­ va, pero sí prevalente era el dogma del PO lo que había que salva­ guardar. Entre ambos acontecimientos tenemos la lucha de la Iglesia contra el liberalismo y socialismo político y social. Aquí de nuevo 169 En este punto, pienso que no haya inconveniente en aceptar la idea de Hegel: la muerte, el trabajo, el sufrimiento no hay que verlos como un castigo pos­ terior a la falta adánica. Entran dentro de la condición normal del hombre y le ayu­ dan y estimulan en su esfuerzo por perfeccionarse. Porque, el paraíso no hay que imaginarlo al comienzo, sino al acabamiento de la historia. No en la protología, sino en la escatología. Ver textos y contexto en B. P o t tier , Le peché originel selon Hegel. Commentaire et synthése critique, Namur, Culture et Verité, 1990, 213. Tal vez no sea impertinente señalar, en este momento, una evolución en el con­ cepto de trabajo dentro de nuestra cultura cristiano-occidental. Los cristianos protes­ tantes, aunque creían (hasta el exceso, según parecer de los católicos) en el PO, sin embargo, fundados en convicciones cristianas, revalorizaron el trabajo civil, la profe­ sión laboral hasta darle categoría religiosa y de vocación divina. Este cambio se debe a que, para los protestantes, el poder y deber trabajar y el éxito del mismo lo han contemplado como una señal de la predestinación divina. Una liberación del castigo sufrido por el PO. Al menos en este punto.

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