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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 285 Los teólogos cristianos, faltos de una cultura propia en la que expresarse, adoptaron como medios de comunicación estos elemen­ tos culturales, readaptados a la idea superior que de Dios y del hom­ bre tenían. Por eso, el propio Génesis, sin excluir una visión más positiva del trabajo, Gn 2, 1-3, presenta el trabajo sudoroso y estéril como un castigo divino, Gn 3, 17-19. El trabajo realizado por el hombre caído se torna castigo y sufrimiento. El pecado hace dolo­ roso el trabajo, pesa como una maldición sobre la mujer y sobre el varón. Pero la deliciosa vegetación del jardín la presenta como un don de Yahvé, ya que, inicialmente, la tierra no tenía matorrales ni espacios desérticos, Gn 2, 4b-15. Era un jardín del cual fue arrojado el hombre desobediente l68. Esta interpretación del trabajo físico, corporal como castigo /maldición divina por el PO, quedaba aliviada, al menos en parte, cuando la ascesis cristiana/monacal le infundía una finalidad peni­ tencial y devocional. Laudable iniciativa que, sin embargo, poco aportaba a la hora de hacer un estudio científico, filosófico sobre el trabajo humano. El cual exalta el valor positivo, creador sobre su vertiente dolorosa y negativa. Y que no tiene en cuenta para nada las afirmaciones sobre el hombre caído, sobre el PO. Se ha subrayado con frecuencia las consecuencias negativas, que para el progreso de la sociedad hubo de tener esta desvalora­ ción infralapasaria del trabajo, propiciada por los teólogos durante siglos. Las comunidades occidentales de confesión católica parece han sido las más dañadas por esta desvaloración del trabajo como castigo, al ser mantenida durante siglos. A diferencia de las comuni­ dades protestantes que, en general, lograron liberarse de estos pre­ juicios «teológicos», como hemos indicado. Esta constatación mere­ cería tenerse en cuenta a la hora de hacer una filosofía/teología del trabajo. Ya está bastante cumplida esta tarea en el conjunto de la teología social cristiana actual. Y, por cierto, sin apelar en ningún momento a la teoría de la caída originaria y sus lamentables conse­ cuencias. Únicamente anotar la incongruencia, que ahora percibi­ mos, de recurrir a Gn 2-3 para iniciar una explicación sobre el ori- 168 La ley de trabajo afecta de diversa manera al hombre paradisíaco y al hom­ bre caído. Sólo en éste el trabajo se torna estéril y fatigoso. Cf. S an B uenaventura , De perf. Evang., q. 2, art. 3,lm. et 2m; ed. Quaracchi, V 162a.

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