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282 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE toles, de la primera comunidad cristiana que todo lo tenía en común, Hch 4, 32. Pero, como la situación teologal y humana del hombre en el paraíso era paradigmática, prototípica, no se pudo evitar —en Ockham y en otros— el recurso a la protología, al pro­ yecto original de Dios sobre el hombre y su historia para propo­ ner cualquier teoría sobre la propiedad. — Si el hombre/Adán no hubiese pecado, se habría consoli­ dado la economía de gracia y el orden cósmico y humano institui­ do por el Creador en el Edén. Y entonces el hombre sí que habría tenido dominio universal y perfecto sobre la naturaleza inferior, sobre la tierra y todo cuanto hay en ella, sobre los animales. Pero sería un dominio ejercido en comunidad, sin parcelas para propie­ dad privada, donde no habría ‘tuyo’ ni ‘mío’, según comentaba Don Quijote a los cabreros. Ni habría surgido el famoso derecho ‘de uso y abuso’ que caracteriza la propiedad privada en su ejerci­ cio histórico. — La división de tierras y la concomitante propiedad privada de las mismas es consecuencia del PO, que trastornó las condicio­ nes existenciales, históricas de la raza humana. Se suscitó/desbordó en el hombre caído la libido possidendi, el afán de poseer, la avari­ cia, la erótica del poder, que se dice ahora. Para evitar que ella empujase a los ciudadanos a interminables reyertas, se hizo inevita­ ble el régimen de propiedad privada de la tierra. Como en el caso de la aparición de la autoridad política, la aparición de la propiedad privada no la considera Ockham un castigo divino por el pecado primero; es una consecuencia inmanente y connatural de la nueva situación creada en el hombre. Al ser éste desposeído de los dones de integridad, el afán humano de poseer, la libido possidendi quedó sin aquel freno. Al desaparecer la justicia original, las fuerzas instin­ tivas comenzaron a operar según el impulso que les es propio. Pero ahora la voluntad no posee sobre ellas el dominio hegemónico que tenía en el paraíso. Y se deja vencerl67. 167 Sobre estas ideas de Ockham, ver la nota 165. También san Buenaventura participaba de estas ideas sobre la propiedad, él las creía comunes en la tradición cristiana: «Si el hombre hubiera permanecido en aquel estado... no habría apropia­ ción de nada», De perfc. evang., Q. 2, a. 1, resp.; ed. Quaracchi V, 129 A. «En el esta­ do de inocencia dictaba (la ley natural) que todo fuese común», Coll. In Hex. XVII, 7; ed. Quaracchi V, 415b.

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