PS_NyG_1999v046n001p0007_0353

276 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE factores. No es posible detenerse ahora en comentar fenómeno tan amplio en cantidad de temas y en su pervivencia histórica. Me remi­ to a un estudio que enfoca el tema desde una perspectiva similar a la nuestra l62. Lo que en ese análisis llama más la atención es este doble hecho: a) los escritores cristianos anteriores a Agustín estaban convencidos de que los hombres tienen capacidad suficiente para darse a sí mismos leyes justas y de gobernarse honradamente. Sin duda tenían un concepto positivo y favorable de las virtudes cívicas de tantos romanos, virtudes que les habían logrado la formación del imperio y a la pax romana; b) Agustín, al contemplar al hombre como radicalmente corrupto por el PO, no pudo menos de llegar a decir que los éxitos políticos de los romanos eran fruto de inmen­ sos latrocinios. Y que las ‘virtudes’ de sus héroes nacionales como Catón y Escipión eran «esplendorosos vicios». Fue inevitable en él esta visión negativa, hamartiocéntrica de la función de la autoridad política. Esta visión infralapsaria, represiva, iniciada por Agustín se mantiene en la Edad Media y culmina en el luteranismo. Siempre bajo el soplo del PO. El estoicismo y, sobre todo, Aristóteles tenían un concepto más sano y positivo de la natura humana. Al menos no la consideraban como naturaleza caída. Su antropología fue suplantando en este punto al agustinismo, a partir del siglo x i i i . Pero la tradición agusti- niana ofrecía resistencia. Seleccionamos algunos ejemplos tomados de los teólogos más próximos al agustinismo teológico y aún filosó­ fico. Mencionamos, en primer término, a san Buenaventura (1217- 1274), reconocido como el teólogo agustiniano más prestigioso y equilibrado de la Edad Media. Al menos en su visión infralapsaria de la historia y economía de salvación, sí que lo es. Y en toda su antropología teológica. Con suficiente claridad dice el Doctor Seráfico que, de haber continuado la humanidad en el estado de integridad primera, para­ disíaca no hubiera sido necesaria la autoridad política. Únicamente hubiera existido la autoridad paternal, conyugal, familiar (domésti- 162 Puede verse E. P agels , Adán, Eva y la serpiente, Barcelona, Crítica, 1990, espec. 143-180: la política del paraíso. Además de las breves noticias que aquí reco­ gemos, puede verse el estudio monográfico que sobre el tema ha realizado W. S tür - ner , Peccatum et Potestas. Der Sündenfall und die Entstehung der herscherlicher Gewalt im mittelalterlichen Staatsdenken, Sigmaringen, J. Thorbecke, 1987.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz