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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 271 bien lo más acertado sea dejar de hablar de cualquier pecado origi­ nante de la ruina universal de la humanidad. Con el protestantismo, la multisecular teoría del PO llegó a extremos desconocidos, lejos de la intención y de los textos agus- tinianos. También eran intolerables para el catolicismo tridentino, si bien perfectamente ‘cristianos’, incluso más cristianos, a juicio de los reformadores. Desde su teoría sobre la corrupción radi­ cal de la «naturaleza» de la existencia humana como tal, era lógico que se llegase a realizar una crítica inmisericorde contra todo intento del hombre ‘natural’ por acercarse a Dios. Esta crítica de la religión de las obras, del justiciarismo viene utilizada como medio indispensable para combatir el fariseísmo, el pelagianismo, los impulsos prometeicos, el titanismo del hombre que busca lle­ garse a Dios por sus propios medios y, en cierto modo, intenta ponerlo a su disposición. Ya hemos insistido en que, para mos­ trarle al hombre su absoluta impotencia para salvarse y la absolu­ ta necesidad de la Gracia, no es indispensable atormentarle con la propuesta de que su existencia y su actividad en la tierra está corrompida por el PO. Sobre la desvalorización total de la actividad religiosa/ética del hombre «natural», la doctrina protestante podría resumirse: — Negación de toda legitimidad a la teología ‘natural’. — Con mayor énfasis niegan la religiosidad ‘natural, no tan sólo como algo ilegítimo, sino como una auténtica idolatría. Cuando el hombre «natural» piensa en Dios, en realidad está creando ídolos a su propia imagen y semejanza. — No tiene sentido hablar de una ética,de una honradez moral humana/natural. Porque la libertad del hombre caído no tiene energía sino para pecar. Son pecado todas las obras de los que no tienen fe. — Estos temas son ampliamente discutidos entre protestan­ tes y católicos en época reciente l6°. No es necesario entrar 160 Recordamos, y nada más, las vivaces discusiones que hace unos decenios provocó la teología dialéctica propiciada por hombres tan señeros en la teología protestante como K. Barth, E. Brunner, H. Thielicke. Negaban éstos la legitimidad de una teología ‘natural’, religión ‘natural’, ética ‘natural’, derecho ‘natural’. Siempre

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