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264 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE Similares dificultades contra la razón humana volvieron a surgir vigorosas en la segunda mitad del siglo xix. Pero con otro matiz aña­ dido al antiguo. El PO es visto como imposible de compaginar y hasta positivamente hostil al progreso de la ciencia moderna en su vertiente de saber empírico, experimental. Nominalmente frente al evolucionismo y a la visión evolutiva del mundo. P. Teilhard de Char- din podrá servir, dentro del mundo cristiano, como testigo de esta imposibilidad que la ciencia moderna encuentra para aceptar la teo­ ría del PO 154. Con esto, se confirma la idea de que todo saber huma­ no se siente contrariado y hasta obstaculizado en su desarrollo por la doctrina del PO: las ciencias racionales y del espíritu cultivadas con preferencia por los hombres de la Ilustración; las ciencias empíricas, experimentales cultivadas con mayor empeño por los positivistas de nuestra época. Desde la Ilustración y hasta nuestros días, los defen­ sores de los ‘derechos del hombre’ encontraban fuerte oposición en el conservadurismo político-religioso de tantos cristianos, apoyados a tergo por la convicción de que las limitaciones sufridas en estos derechos eran justo castigo divino por el PO, sus consecuencias pe­ nales a las que habría que resignarse. 6. EL TRADICIONALISMO TEOLÓGICO, FILOSÓFICO Y SOCIOPOLÍTICO DEL SIGLO XIX Y EL PECADO ORIGINAL Una forma mitigada pero real de hablar de la filosofía «herida» por el PO la encontramos en el tradicionalismo y conservadurismo teológi- co-religioso, sociopolítico y cultural que afectó con fuerza al catolicis­ mo del siglo xix. Este tradicionalismo surge, en gran medida, como reacción comprensible frente a los excesos del racionalismo, al culto a la diosa Razón de tan visibles, nefastas consecuencias para la religión y el orden sociopolítico de la Comunidad Europea de entonces. las cosas eternas, la sabiduría de la Cruz. Podría pensarse que la pasión por saber, la libido sciendi es tendencia connatural y buena, porque según el dicho corriente «la curiosidad es madre de la ciencia». Pero los cultivadores de la teoría del PO advier­ ten que por el pecado de curiosidad entró el mal en el mundo, por la ‘curiosidad’ de Eva. Y que la libido sciendi, la pasión por saber, quedó viciada por el PO como lo ha sido toda la vida pasional del hombre caído. 154 Ver A. d e V illa lm o nte , Visión evolutiva del mundo y pecado original, en EF 79 (1977) 329-369.

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