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254 ALEJANDRO DE VILLALMONTE — Por tanto, vamos a mencionar rápidamente algunos temas de nuestra cultura religiosa y profana que han aparecido en cone­ xión más directa y frecuente con la creencia en el PO. — Recordamos que, en este capítulo como en los anteriores, la enseñanza sobre el PO no hay que verla resumida en una sola proposición o fórmula sintética: tenemos que manejarla como una constelación de afirmaciones antecedentes, concomitantes, y consi­ guientes según venimos indicando desde el principio. Cada una de estas tres dimensiones de la teoría global tiene su modo de influir y ser influida por la cultura ambiental, epocal. — Finalmente, es indispensable tener a la vista las limitaciones de tiempo y de espacio en que tenemos que movernos. El tema enunciado es inmenso, extraordinariamente atractivo. Un tratamien­ to satisfactorio exigiría acumular una documentación enorme y espa­ cio suficiente para sistematizarla. Es obvio que ahora no podemos llenar un plan tan ambicioso. Me ciño a mencionar algunos de los aspectos y testimonios más salientes para responder al anunciado que preside este capítulo. 2. ALGUNOS HECHOS MAYORES DE LA HISTORIA DE OCCIDENTE La doctrina del PO no sólo impregna todo el sistema teológico de san Agustín, sombrea, también, lo que llamamos agustinismo, tanto a nivel del pensamiento teológico, como por su influencia en los más varios campos de la cultura occidental todo a lo largo de la Edad Media y, en ciertos aspectos, hasta nuestros días. El obispo de Hipona ha sido calificado, sin hipérbole, «padre espiritual de Occi­ dente», «genio de Europa»144. Hasta que en el siglo xvi su influencia 144 V. Capánaga recoge testimonios sobre la inmensa presencia de la persona­ lidad de Agustín de Hipona en nuestra cultura occidental, bajo epígrafes tan signifi­ cativos como éstos: el creador de la teología occidental; padre espiritual de Occi­ dente; propagandista de la cultura religiosa; Agustín, genio de Europa. En Obras de san Agustín, Madrid, BAC, 1956, t. I, 3-327. Son testimonios más bien de época reciente. Pero los antiguos no fueron escasos al respecto. En el siglo xiii , era consi­ derado como el mejor de los intérpretes de la Escritura; el doctor más auténtico/auto-

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