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C a p ítu lo XIV IMPACTO DE LA TEORÍA DEL PECADO ORIGINAL EN LA CULTURA OCCIDENTAL Según hemos venido repitiendo, el PO no es una verdad —o cons­ telación de verdades — caídas del cielo: surge de la tierra, es decir, de nuestra cultura cristiana occidental; vale decir, de nuestra mitología, religiosidad, filosofía, teología. Recibida la figura del PO en el amplio regazo de nuestro sistema de creencias, éstas no podían menos de acusar, a su vez, la influencia de la nueva fuerza que se había introdu­ cido en su recinto. Lo hemos visto, en forma paradigmática, en el con­ cepto de «pecado» y de «libertad»: introducido el nuevo PO en la hamar- tiología cristiana, ésta fue hondamente modificada por el nuevo concepto recién incorporado. La hamartiología y otros campos de la dogmática y de la moral, según exponíamos en el capítulo preceden­ te, han sufrido variados influjos de la teoría del PO. 1. SENTIDO Y LÍMITES DE NUESTRA INVESTIGACIÓN Pasamos a exponer la presencia e influencia que el PO ha ejercido en los ámbitos de nuestra cultura occidental civil, mera­ mente humanista. Hacemos antes algunas matizaciones que pare­ cen obvias: — La distinción entre cultura civil/profana y cultura teológica es bastante convencional. Precisamente en nuestra historia occiden­ tal lo cristiano y lo meramente humanista han marchado en tan pro­ funda simbiosis, con tan varias, mutuas interferencias, que la distin­ ción entre ambos niveles no puede ser nítida más que a nivel de una exposición teórica, sistemática, académica y didáctica. — Entre el amplio campo de nuestra cultura profana hay zonas inmensas que no podemos explorar aquí. Nominalmente el campo del arte: la pintura, la literatura, la escultura no podrían ser historia­ das, ni siquiera con aproximación, sin contar con la doctrina, mitos, los elementos simbólicos que conlleva la teoría del PO: el paraí­ so, la primera pareja edénica feliz, tentada, desterrada.

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