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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 247 sos. Por lo demás, la teología del PO no podía menos de dar impor­ tancia primordial a la generación como medio de transmisión del pecado del protoparente. Los antiguos no lo dijeron, y nosotros no podemos imaginar, cómo el ejercicio de la irascible podía ser medio transmisor del PO por miles de generaciones. Y un PO que no sea transmitido por generación ya no es tal PO, según los antiguos. Si ahora ponemos el tema del PO en relación con la irascible: violencia, envidia, afán de dominar, cainismo, es para recoger un poco la idea que han puesto en circulación algunos teólogos actua­ les. Seriamente críticos con la enseñanza tradicional —agustiniana, escolástica, tridentina— sobre el PO, han recurrido a otras figuras que completen, reestructuren y hasta puedan evitar el seguir hablan­ do de la enseñanza tradicional. Hemos mencionado el pecado del mundo, el pecado social, el pecado estructural. Los defensores más conspicuos del pecado del mundo son P. Schoonenberg y el Catecismo H o lan d és141. El pecado del mundo, el conjunto de los pecados que en la historia han cometido los hom­ bres, lo presentan culminando en la Cruz: -El p e c a d o d el mundo a lc a n z ó su pun to cu lm inan te en la crucifixión d e Cristo ». Afirma­ ción que habrá que entender no fijándose en evento histórico, empí­ rico de la crucifixión de Jesús por parte de los hombres, sino en su sentido simbólico/teológico. Respecto a la relación entre la recién venida figura del pecado del mundo y el viejo PO ya hemos hablado anteriormente. La crucifixión de Jesús, su asesinato por sus hermanos los hom­ bres, puede presentarse como el pecado paradigmático, ‘originario’, cifra y símbolo de todo pecar humano. Pero en modo alguno podría decirse que el asesinato de Jesús sea un gran pecado «originante» que habría desencadenando la aparición de todos los pecados 141 P. Schoonenberg ha expuesto su pensamiento en varios escritos, principal­ mente en El hombre en pecado, en MS II, 964-1042; Pecado original y situación del hombre. En el misterio del pecado y del perdón, Santander, Sal Terrae, 1972. Pecado y redención, Barcelona, Herder, 1971. Tanto el pensamiento de Schoonenberg, como el de otros autores sobre ‘el pecado del mundo’, lo hemos expuesto en A. d e V illal - m o n te , El pecado original. Veinticinco años de controversia, 243-246, 369-382; Nuevo Catecismo para adultos, Versión íntegra del Catecismo Holandés, Barcelona, Her­ der, 1969. Lo comentamos en 1. c., pp. 241-248.

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