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212 ALEJANDRO DE VILLALMONTE ble/necesario a un bien finito, en la medida en que irresistible, amplía el campo de la forzosidad y limita, y hasta anula el campo de la libertad. Finalmente, el problema de armonizar necesidad-liber tad en la voluntad humana queda abierto para la filosofía y la teolo gía. Aunque no se hable del tema del PO, como se comprueba en lo que llamamos filosofía «materialista» de la edad moderna. Bus car la explicación de la ‘dura necesidad de pecar’ en el evento del PO carece de fundamento y ofrece una etiología inaceptable sobre el hecho. Aún en el supuesto de que el hecho como tal fuese incontrovertible. Concluimos, pues, esta reflexión diciendo que hablar de una ‘dura necesidad de pecar’, introducida en la historia de los hombres por el evento del PO, resulta del todo inaceptable. Se corre el riesgo seguro de distorsionar tanto el concepto cristiano de ‘pecado’ como el de ‘libertad’, básicos en nuestra dogmática y en nuestra moral. Hemos tenido ocasión de señalar la inconsistencia de la explicación ofrecida. 4. EL PECADO ORIGINAL. ¿PECADO ANALÓGICO? A lo largo de la historia de la teología, el recién venido PO logró ser domiciliado y adquirir carta de ciudadanía dentro de la hamar- tiología católica bajo la denominación de pecado «analógico». Califi cativo que advierte tanto de la singularidad y peculiaridad de este pecado, como de su posible legitimación dentro de la moral cristia na. El pecado, en su realidad plena, paradigmática (el analogado principal) es el pecado actual personal, el que es cometido con clara conciencia y libertad. Por analogía se llama ‘pecado’ a la falta venial, al pecado habitual, y hasta las imperfecciones morales. Sin duda que el lenguaje analógico es indispensable en hamartiología como lo es en toda la teología en general. Ahora se trata de examinar si la situación teologal en que cada hombre llega a la existencia puede ser calificada correctamente como ‘pecado analógico’. Una teología crítica no puede menos de preguntarse por la legitimidad de esta designación, de uso tan común. Preguntamos, en primer término, al Doctor del PO, al obispo de Hipona. Es seguro que él no utiliza el término de «analógico» cuando quiere precisar la peculiaridad del pecado ‘original’ por él introduci-
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