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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 211 Dada nuestra actitud crítica respecto a la teoría del PO en cual quiera de sus apariciones históricas, parece conveniente ofrecer al lector alguna consideración sobre la teoría agustiniana de la ‘liber tad esclava’, sobre su modo de explicar el origen (la etiología) del hecho de la tensión existente, en el hombre, entre necesidad-liber- tad, en la actual historia de salvación. Todo el razonamiento agustiniano a favor de la libertad esclava’ se apoya en el presupuesto de la teología de Adán , llevada por él a su pleno vigor. Dentro de ella puede hablar de una libertad viciada, corrompida y congénitamente enferma por efecto del PO. Pero ya en su tiempo otros teólogos cristianos en Oriente y los pelagianos en Occidente, si bien admitían la historicidad de Adán y de su peca do, no querían oír hablar, sin embargo, de una libertad viciada, con génitamente enferma por el PO. Incluso admitido el pecado adánico tan perjudicial para la descendencia, lo que pertenece a la naturaleza del hombre permanece íntegro, incorrupto: naturalia manent inte gra! Incluso en los condenados, decían los orientales, según veremos. Respecto a la necesidad creada por la costumbre y a la que se dice es creada por el PO la diferencia es cualitativa. En la costum bre la voluntad del consuetudinario está siempre presente: en el ini cio, en el mantenimiento, en la superación de la mala costumbre, que sin duda es, por principio, superable. En el origen de la necesi dad inducida por el PO no hay voluntad personal en ejercicio. Se recurre a una imaginada voluntad de un imaginado individuo llama do Adán. Y, luego, esta necesidad de pecar inducida por el PO es absolutamente insuperable para la libertad del hombre caído. Tampoco es convincente el paralelismo que se establece entre la necesidad con la que el bienaventurado ama al Bien infinito y la necesidad con la que el pecador ama al bien finito, que es lo que hace al pecar. Especialmente en la antropología agustiniana la com paración es falsa. El Bien infinito, al que con toda la fuerza de su ser/naturaleza tiende la voluntad por ser el objeto plenificante y beatificante de la misma, no sólo no la limita, sino que despierta en ella todas las posibilidades de perfeccionamiento y, por ende, de dominio gratificante sobre toda su actuación. Pero el amor irresisti- V, 60; «nada más feliz que esta necesidad de la que goza Dios», V,6l, y «también los bienaventurados», V, 61.55.53.
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