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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 209 b) Así, pues, el noble espíritu humano ha perdido la hegemo­ nía sobre el mundo inferior que le era connatural y debida, e inclu­ so sobre sus propios actos y, de señora y dominadora, se ha tornado libertad esclava al servicio del mal. Con este razonamiento agustinia- no entró en la historia del cristianismo el explosivo concepto de libertad esclava’ que adquirió pleno vigor desde los días de M. Lute- ro hasta los nuestros. No podemos entrar más a fondo en problema tan enorme. Afecta a la teología de la libertad estudiada por los cris­ tianos, pero también a la filosofía y metafísica de la libertad a nivel filosófico: el problema de armonizar necesidad y libertad en el ejer­ cicio de la voluntad de la que el hombre histórico dispone. c) Nos detenemos un momento en señalar los motivos que impulsaron a san Agustín a poner en circulación la figura de la liber­ tad esclava y presentarla como armonizable en el contexto general o analogía de la fe cristiana. Encontramos, en primer término, el argumento de experiencia. Agustín era testigo de excepción, según propone en las Confesio­ nes. En polémica con los pelagianos apela de continuo a la expe­ riencia cotidiana. Y también al testimonio y autoridad de la palabra de Dios en Rm 7. Pablo asumiría aquí la representación de todo hombre, esclavizado por la ley de la carne hasta que le libere la ley del Espíritu. Por otra parte, no son sólo los hombres profundamente religiosos, como Pablo y Agustín, los que sienten este desgarro inte­ rior y la esclavitud provocada por alguna misteriosa fuerza maligna. Un hombre poco religioso como el poeta romano Ovidio se hace eco de esta experiencia universal en la conocida frase paradigmáti­ ca: veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor121. 121 «Video meliora proboque, deteriora sequor», O vid io , Metamorfosis, 7, 20. Cf. Rm 7, 15, donde Pablo dice: « Non enim quod volo hoc fació, sed quod odi, illud fació». Agustín y Pelagio comparten una honda preocupación pastoral por la sobre­ abundancia del pecado en la historia humana, incluida la sociedad cristiana en la que ellos vivían. Difieren en la etiología, en el origen y la estructura íntima de tal necesidad. La necesidad que conceden los pelagianos es la que, sin duda alguna, procede de las costumbres: se concede que la consuetudo peccandi crea una «se­ gunda naturaleza», pero en sentido meramente metonímico. Porque es introducida por la voluntad personal de los diversos individuos humanos y, por principio, es superable con energía de voluntad. Mientras que la necesidad ocasionada por el PO entra sin concurso de la voluntad personal y es absolutamente insuperable

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