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206 ALEJANDRO DE VILLALMONTE próximo al dios malvado de que hablaban los maniqueos? Al menos esa es la impresión del contrincante de Agustín, Julián de Eclana, según hemos visto. Tema difícil para la hermenéutica de textos agustinianos. Ya aludimos a la sensación de sadismo que suscitan estas expresiones y la teoría general del PO. Según una tradición teológica posterior, el ‘castigo’ consistiría en que Dios habría privado de los dones gra tuitos al Adán pecador y a sus descendientes: le despojó de los dones gratuitos, con lo cual la concupiscencia quedaría desembrida da. Otros, más duros, pensaron que la naturaleza humana, por cas tigo divino, quedó positivamente viciada, vulnerada = vulneratus in naturalibus. Este agustinismo duro se plasma en la manoseada frase escolástica: la persona (Adán) corrompió la naturaleza y la natura leza corrompe a la persona de los demás descendientes = persona corrupit naturam, natura corrumpit personam. El que no admita la teología de Adán en su forma pura y dura no puede admitir esta fórmula tan redonda, como gratuita y falsa. E ) L a figura teológica del ‘ pecado necesario ’ Las anteriores matizaciones impuestas por Agustín al concepto tradicional de pecado, indisolublemente unido al concepto de volun tariedad/libertad culminan, a mi entender, en la figura del pecado necesario: el PO (originante y originado) impone a la humanidad entera y a cada individuo la dura necesidad de pecar Hasta que la Gracia no lo libere. El obispo de Hipona es taxativo y reiterativo en afirmar esta dura necesidad de pecar en el hombre caído 119. Tal necesidad actúa con pleno vigor en el hombre adulto. Pero ya desde 119 «Puesto que pecó la voluntad, se sigue que el pecador tiene la dura necesi dad de pecar». De perf. just. hom. V, 9; PL 44, 296. Ver C.Jul. Op imperf. II, 15; PL 45, 1147; III, 110, 112; V, 22, 52; II, 7. «Te equivocas del todo al pensar que no existe nece sidad ninguna de pecar, o que tal necesidad no sea castigo de un pecado que se cometió sin ninguna necesidad», ibid., I, 105. También I, 50-55.94; Contra duas epist pelag. II, 4; PL 44, 553; ibid. III, 7; In Ion. evang. trac. XLI, 10; PL 35, 1697. «Existe una cierta necesidad de pecar, originada por vicio, no por la misma naturaleza», De nat. etgrat. LXVI, 79; PL 44, 286; ibid. LXVII, 81. Cf. C. duas epist. pelag. II, 5; PL 44, 552. Ver más textos y comentario en A. de V illalmonte , El pecado original en la polé mica Agustín-Juliano de Eclana.
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