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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 199 que surgiese dentro de la filosofía y cultura del paganismo greco- romano. Los teólogos cristianos dedujeron su concepto de pecado, de forma preferencial, analizando el comportamiento y situación del Adán genesíaco, al que presentaban como testigo privilegiado de que el mal/sufrimiento/pecado entra en la historia por culpa del hombre, no de Dios. Le concedían a Adán plena realidad histórica, pues ello favorecía su tesis de la responsabilidad/libertad del hom­ bre. Pero se distanciaban de las interminables elucubraciones y sim­ bolismos de los gnósticos. Insistían con tenacidad en la voluntarie­ dad y libertad perfecta con que Adán había trasgredido el mandato divino. Si ya tempranamente la figura de Adán comienza a ser subli­ mada, ello se debe al deseo de magnificar la convicción de la liber­ tad absoluta con la que Adán desobedeció a Dios, y su perfecta res­ ponsabilidad en la aparición de la «miseria» que abruma a la raza humana. Pero, obviamente, esta defensa de la libertad humana no la hacían tan solo ni principalmente en favor del lejano padre de la raza. En forma implícita o explícita se trabaja con la convicción de que -Adán somos todos». Todos disfrutamos de la libertad de que estaba dotado Adán. Con estas salvedades: en Adán estaba reforzada la liber­ tad connatural del ser humano, por especiales dones divinos de los que ahora estamos despojados/desvestidos; pero incluso ocurrida la caída, se mantenía firme el axioma teológico: Naturalia manent inte­ gra = lo que es natural en el hombre, nominalmente lo más excelso de él, la libertad, permanece íntegra, incorrupta en su s e r111, aunque la experimentemos mediatizada en su obrar cotidiano. El p r im e r Agustín, fuertemente antimaniqueo, insiste en la voluntariedad/libertad del pecado, en forma reiterada y destacada. 111 Los teólogos orientales desarrollan su antropología teológica con preferencia sobre la figura del Adán genesíaco, creado a imagen y semejanza de Dios. Frente al maniqueísmo, ofrecían una ‘teodicea’: exculpación de la divinidad por el hecho de la entrada y persistencia del mal/mortalidad en el mundo. Pero también una «antropodi- cea», ya que liberaban al hombre de la esclavitud del Hado, pues aquél habría pecado en lúcido ejercicio de su libertad. Ver E. P agels , Adán, Eva y la serpiente, Barcelona, Ed. Crítica, 1990, espec. 181-211. El mito/símbolo de Adán, ya en Gn 2-3, pero sobre todo en Rm 5, 12-21 par, tiene para Pablo la función de mostrar que El Pecado entra a dominar la historia humana no bajo el empuje de fuerzas fatales (gnosticismo), sino por decisión del hombre que a él se entrega voluntariamente. Agustín mantiene y sublima la libertad de Adán en aquel su pecado que trajo la ruina a la humanidad. Pero sus des­ cendientes tendrán sólo una libertad corrompida, esclava de la libido y del diablo.

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