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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 25 — Le parecía imposible a Agustín superar el pelagianismo y el maniqueísmo, si no se admitía que todo ser humano entra en la existencia en situación teologal de PO. En treinta años de polémica antipelagiana fue reiterativo y hasta cargante en expresar esta su convicción. — En dirección antimaniquea explicaba: la gran misera que sufren los niños ya al nacer, es incompatible con la justicia de Dios, si no se admite en ellos el congènito PO. — En dirección antipelagiana sostiene: imposible salvaguardar la plena, universal eficacia de la redención de Cristo, si no se afirma que los niños, al ser bautizados, son redimididos del PO, por la vir­ tud de la Cruz de Cristo, también del PO. — Pensó que la eclesiología cristiana (la suya, al menos) sufri­ ría un duro quebranto si los niños no entran en la Iglesia por el rito bautismal que les limpia del PO contraído al entrar en la existencia. — Su experiencia de hombre, de pastor de almas (y el texto de Rm 7) le convencen de que existe en el hombre histórico la dura necesidad de pecar (= peccandi dura necessitas). Hecho inexplica­ ble, si no se admite que tal necesidad está ahí, como castigo divino por el PO, originante y originado. Brevemente, a san Agustín y sus seguidores (más bien rutina­ rios) durante siglos se les venía abajo todo su Cristianismo, si les quitaba su punto de apoyo en el PO 12. La afirmación de que todo hombre nace en el PO, al ser pre­ sentada dentro de este cuadro de verdades solemnes, segurísimas y apuntalada por ellas, es sacada de la marginalidad que le es propia 12 Podría pensarse que san Agustín encontró el PO en la raza humana como consecuencia de sus lecturas de la Biblia y de la Tradición. Me parece históricamen­ te seguro que no fue así. Agustín llega a la conclusión de que existe el PO por otros caminos lógicos-cognoscitivos; por su experiencia de hombre y de pastor de almas, por su interés polémico contra «herejes» de varios tipos. Y, como llevaba la idea de la caída y corrupción de la humanidad en la mente, por su formación tanto huma­ nista-filosófica como cristiana, le resultó fácil encontrar apoyos en la Escritura y Tra­ dición. Utilizó un método/camino muy recorrido por los teólogos especulativo-siste- máticos hasta hoy mismo: convicciones teológicas, adquiridas por oíros procesos, se las intenta corroborar con ‘dichos’ de la Escritura. En vez de seguir el proceso inver­ so: hacer a la palabra de Dios el inicio, juez y criterio de las conclusiones y convic­ ciones teológicas previamente adquiridas.

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