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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 195 teologal que llamamos infierno. No existe una felicidad natural, ni en esta vida ni en la otra. Porque no existe y, probablemente, no pueda existir en tales seres una naturaleza pura, no destinada a la vida íntima con Dios. Pero aunque se defienda la «naturaleza pura» como hipótesis y la posibilidad, de hecho, no existe en la realidad. Este limbo de los niños está en contra de la teología del sobrenatu ral recibida, desde hace siglos, entre los teólogos católicos. Implica una sobrecarga adicional para la teoría del PO. Por fortuna, como indicaba, la teología actual se ha desentendido de la figura del limbo de los niños, como de una idea carente de cualquier fundamento. Surgió y se mantuvo en dependencia de la teoría madre, el PO, a la cual intentaba reforzar, resolviendo alguna de sus aporías más per ceptibles. Desde su origen, y a lo largo de los siglos, la creencia en el PO ha funcionado como teoría auxiliar en el intento de esclarecer ver dades cristianas más valiosas sobre Dios, sobre Cristo, sobre el hom bre, sobre la Iglesia. Sin embargo, incluso después de haber conce dido que ‘los servicios prestados’ fueron otrora valiosos, la teología crítica del siglo xxi debe preguntarse si aquella función clarificadora la sigue cumpliendo la teoría del PO en la circunstancia vital toda entera: cultural, religiosa, teológica, humanista en que nos encontra mos. La reflexión que hemos realizado en este capítulo me parece permite esta prudente conclusión: la teoría del PO, lejos de clarifi car nuestro sistema católico de creencias en los mencionados pun tos neurálgicos, arroja sobre ellos notable oscuridad. La mancha del PO les afecta desfavorablemente, tanto a nivel de la ortodoxia como de la ortopraxis. Y también en el momento de comunicar estas ver dades al hombre de nuestro tiempo, sea él creyente o increyente.
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