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194 ALEJANDRO DE VILLALMONTE exclusión definitiva de la visión beatífica. Sufrían algún tormento, si quiera fuese levísimo = levissima p o en a , pues tenían el PO y todo pecado ha de recibir su castigo, según la ley del talión, sagrada para los primitivos y para tantos teólogos cristianos. Posteriormente se les concedía una ‘felicidad natural’ a estos incontables moradores del limbo. Hay que reconocer que la pregunta por el destino ultraterreno de los seres humanos que en edad infantil y sin bautismo, desde el punto de vista cuantitativo tiene una innegable importancia; afecta a una gran parte de la humanidad. La mortandad infantil ha sido ele- vadísima hasta fecha reciente. Pero es discutible que, desde la pers pectiva cualitativa y para la ortodoxia y para la ortopraxis del cre yente viador, tenga similar relevancia. La única postura prudente, en este caso, hubiera sido el silencio, dejar el asunto a la paternal pro videncia de Dios, que quiere sinceramente la salvación de todos los hombres, incluso la de aquellos que, sin culpa, no reciben el bautis mo. Pero los defensores del PO cometieron, a mi juicio, una impru dencia y desmesura intelectual y volitiva al afirmar, con tenacidad, que tales hombres estaban excluidos del reino de los cielos, por estar machados con el PO. La figu ra del limbo es un subproducto d e la teoría del PO. Sólo en torno a ésta pudo surgir como cuestión subsidiaria. Toda la teo ría del limbo de los niños se considera hoy plenamente superada, con toda justicia. Se quebrantaban en ella principios más valiosos y seguros de la antropología teológica. Nominalmente éste, que es de importancia primera: ningún ser humano, perteneciente a nuestra raza, consanguíneo, concorpóreo, consustancial con nosotros y con Jesús de Nazaret, tiene otro fin último que no sea el llamado fin sobrenatural: la visión y el amor beatificante de Dios. Frustrado este fin, no queda otra alternativa que el alejamiento eterno, la situación BAC, 1981, pp. 362-383. Si bien esta figura seguirá vigente en el lenguaje popular. Éste ironiza con gusto sobre el limbo de los niños: «Estar en el limbo» se hace sinó nimo de estar alelado, estar en la inopia, estar en Babia. Realmente bien alelados tendrían que estar los bebés concentrados en el limbo por los teólogos, si se sintie sen felices con felicidad «natural». Ésta es pura invención de los teólogos cultivado res del PO. No hay más felicidad para el hombre que la que resulta de la visión y amor beatificante de la Trinidad. Es el término eterno y único de nuestro paso por la existencia.
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