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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 193 llenó de gemidos y lágrimas y se abrieron las fauces del infierno que de otra manera no existiría. Por el PO la inmensa masa de millones de seres humanos, durante miles de años, se ha tornado «masa corrompi­ da —masa de pecado— masa de perdición». Condenados, de entrada, a ser tizones del infierno. Si bien la sobreveniente misericordia de Dios «a unos pocos» los sacará de la masa de perdición y los seleccionará para la gloria. Extendamos un piadoso velo sobre estas extremosas, lúgubres afirmaciones provocadas por la creencia en el PO. Hoy nos avergüenzan un poco estas expresiones de nuestros predecesores en la fe y en la esperanza. Como se dice en lenguaje coloquial, sentimos vergüenza ajena al leer estos viejos textos. Nos acercamos ahora al limbo de los niños. La figura ésta no tiene el empaque teológico y siniestro del infierno, pero no deja de ser algo «curioso», frecuente y hasta regocijado tema del folclore popular católi­ co, al mismo tiempo que era tema serio para la teología profesional. San Agustín se ocupó en serio del destino ultraterreno de los niños muertos sin bautismo. Parece, según algunos estudiosos, que la preocupación de Agustín habría recibido impulso de las visiones que al respecto contaban las Actas de la mártir santa Perpetua. Mien­ tras estaba en la cárcel le pareció ver el destino desgraciado de su hermanito Demócrates muerto prematuramente, sin haber recibido el bautismo: no se le permitía entrar en el reino de los cielos 109. Agustín, muy sensible a los sufrimientos de la santa mártir, aplicó el relato para ilustrar el destino adverso de los niños no bautizados. La lógica dura de su teoría del PO le hubiera llevado a poner el destino de tales niños en el infierno, con Satanás y sus ángeles. Se horrorizó ante tan cruel perspectiva y preparó para ellos la mora­ da del lim b o110. Su situación teologal venía determinada por la 109 La visión de Perpetua en Passion de Perpetúe et de Félicité suivi de Actes, SC 417, pp. 126-132. Comentario del editor, pp. 46-48. G. B onner habla de las cre­ encias míticas y supersticiosas que hubieron de influir en el afianzamiento de la práctica de bautizar a los párvulos, Les origines africaines de la doctrine augusti- niénne sur la chute et le péché originel, en Aug 12 (1967) 97-116. Sobre el pensa­ miento del propio Agustín recoge textos F. M o r io n es , Enchiridium Theologicum Sancti Augustini, Madrid, BAC, 1961, nn. 957-973. 110 La figura del limbo de los niños puede quedar ya como mero recuerdo en la historia de la teología del PO. Algún teólogo la quiere conservar, aunque sin entu­ siasmo. Ver J. A. S ayés , Antropología del hombre caído. El pecado original, Madrid,

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