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172 ALEJANDRO DE VILLALMONTE acción salvadora en Cristo, si no se afirma que todo hombre nace en Gracia y amistad de Dios. Limpio, por tanto, de la mancha del PO. En mi opinión, la doctrina clásica del PO ha oscurecido e im­ pactado desfavorablemente la mejor inteligencia y vivencia del mis­ terio de Cristo en momentos importantes del mismo. A) El pec a d o o rig inal y la existen c ia d el m isterio d e C risto El hecho de la encarnación del Hijo de Dios quedaba mal acla­ rado a nivel teológico, desde el momento en que su presencia en nuestra historia se hacía depender del evento del PO, originante/ori­ ginado. Nos encontramos ante la célebre pregunta de san Anselmo, Cur Deus Homo?, ¿cual sería el motivo primero, accesible a nuestra inteligencia de creyentes, por el que el Padre habría decidido enviar su Hijo al mundo. Pregunta que, más corrientemente, se trasformaba en esta otra: si Adán no hubiera pecado, ¿se habría encarnado el Hijo de Dios? La pluralidad de opiniones es clásica en nuestra teología occidental96. Y también la influencia decisiva que la doctrina del PO ha ejercido en el origen y en el mantenimiento de la pregunta y de las respuestas. El «dogma« del PO entra en las condiciones de posibi­ lidad, como presupuesto y condicionante para que hayan surgido la pregunta y las respuestas. La teología actual no debe mostrar interés ninguno por saber qué hubiera sucedido en nuestra historia «si Adán no hubiera peca­ do«. Los antiguos podían hacer juegos diversos con esta hipótesis. La hodierna teología católica, si es seria y consecuente, no puede hacer esos juegos mentales. Adán no es una realidad histórica, es un mito, un símbolo, una parábola. No tiene sentido preguntarse por su influjo real en una historia real, en cualquiera de sus momen­ tos. Si, en la mencionada usual pregunta, «Adán» quiere significar «la humanidad», la pregunta podría tomar este giro, ¿hasta qué punto la situación pecadora de la humanidad es motivo de la encarnación del Hijo de Dios? Evitando trabajar con hipótesis de si Adán/huma- 96 Sobre el llamado motivo de la encarnación ofrece amplia información J. B. Carol, Why Jesu s Christ? Thomistic, Scotistic an d Conciliatory Perspectives, Virginia, Masssas, 1986.

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