PS_NyG_1999v046n001p0007_0353

C ap ítu lo XI LA MANCHA DEL PECADO ORIGINAL EN EL SISTEMA CRISTIANO DE CREENCIAS Es sabido que al omnipresente PO el lenguaje religioso cristia­ no, teológico y no teológico, lo califica de «mancha del PO». Exce­ lente designación que delata, sin pretenderlo y sin poderlo evitar los usuarios actuales, el origen real de semejante ancestral creen­ cia: la observación cotidiana de que los niños entran en la vida lle­ nos de inmundicias, «manchados» fisiológicamente, nacidos de una madre «manchada» en el ejercicio de su maternidad. Este hecho, los tabúes duros, arbitrarios con los que los primitivos rodeaban, en algunos casos, el ejercicio de la sexualidad, el llanto y desvalimien­ to del infante al nacer excitó la imaginación del hombre primitivo y le llevó a interpretar tales fenómenos como señal de que el ‘espíri­ tu’ del niño viene a la existencia terrenal castigado y manchado por algún delito anteriormente incurrido. Delito suyo o de sus antepasa­ dos, cometido en alguna existencia anterior, sea terrenal, sea celes­ te; en un tiempo ideal, divinal que pierde su hechizo, su sacralidad y se corrompe al hacerse historia vivida por seres humanos, epígo­ nos de los tiempos y hombres originarios 89. 89 El hecho de que, durante siglos, se haya venido hablando de la mancha del PO delata el origen primero, la fuente/manantial de esta vieja creencia. Que no ha caído del cielo, sino que brota de los profundos limos abismales de la psique humana, individual y colectiva. Ver las indicaciones en R. P ettazzo ni , La Confession des Péchés, París, E. Leroux, 1931, p. I. vol. I, cap. 1; P. R icoeur , en su conocida obra Finitud y culpabilidad, sigue el proceso que va desde la mancha física y mitificada de los primitivos, hasta el dogma del PO. Que, como decimos, no ha dejado de lla­ marse «mancha», fiel a su origen ancestral. Confirmando lo que decimos en el texto, dice P e tta zzo n i : « Sobre estos datos elementales reposa la idea del pecado original», o. c., 169. Claro es que esta magnitud histórica teológica y cultural que llamamos «pecado original» no debe reducirse a estas impresiones y elementos originarios, rudimentarios. La teoría clásica del PO que maneja la teología cristiana occidental recoge aguas de otras varias fuentes. Por ejemplo, el mito ancestral sobre la expul­ sión del paraíso, la creencia en la caída inicial cultivada por tantos mitos y hasta filosofías (platonizantes) antiguas. Pero no debe olvidarse la importancia de primer rango que le corresponde a la impresión de inmundicia/mancha, primero a nivel

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz