PS_NyG_1999v046n001p0007_0353

CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 155 tín no admitía el PO como creador de la situación pecadora de la humanidad, caía en la tesis pelagiana de que la humanidad era por­ tadora de una naturaleza sana, inocente, íntegra al nacer. Y, por ende, dotada —por Dios, sin duda— de la posibilidad = possibilitas de hacer el bien, todo el bien. Ante un hombre tan bien dotado y suficiente para la tarea de la salvación, la acción del Salvador que­ daba en algo subsidiario, marginal, tangencial. A la luz de lo dicho debe quedar clara la inconsistencia de la mentada argumentación. Pero pienso que lograremos mayor firmeza para nuestra propuesta reflexionando sobre un texto del propio Agus­ tín: leyendo a Agustín desde Agustín = Augustinum ex Augustino. Exponiendo la necesidad del Salvador, tal como la veían los católicos, pelagianos y maniqueos —los interlocutores presentes en sus escritos— dice Agustín: «— Los católicos dicen que la naturaleza humana, creada buena por el Dios creador bueno, pero viciada por el pecado necesita del médico, Cristo. — Los maniqueos dicen que la naturaleza humana, no fue creada buena y luego corrompida por el pecado, sino que desde la eternidad el príncipe de las tinieblas, mezclando dos naturale­ zas preexistentes, una buena y otra mala, produjo al hombre. — Los pelagianos y celestinianos dicen: la naturaleza huma­ na fue creada buena por el buen Dios y en los niños recién naci­ dos se encuentra tan sana, que no necesita en esa edad de la medicina de Cristo»85. Pero hay otra cuarta opción. Los católicos, otros católicos, en el siglo xxi, pueden decir: -Dios creó buena, íntegra, inocente y sana a la naturaleza humana y así la recibe cada hombre al entrar en la existencia. 85 De nuptiis et concupiscentia, lib. II, cap. II, 9; PL 44, 441. Similar idea en Contra duas epist. Pelagianorum, lib., II, cap. II, 2; PL 44, 572. La cuarta posición que nosotros propugnamos concibe la gracia de Cristo, primordialmente, como transfor­ mante, elevante y, en consecuencia, y, derivadamente, como medicina contra el pecado. Sea preventiva, sea curativa del mismo. Por otra parte, la soteriología y caritología aquí utilizadas por Agustín tienen como presupuesto la «teología de Adán», con todas sus impli­ caciones. Pero esta «teología» la tenemos nosotros por del todo inadmisible.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz