PS_NyG_1999v046n001p0007_0353

148 ALEJANDRO DE VILLALMONTE nalmente del mal que él ha creado en sí mismo y en su entorno 80: de la dura esclavitud bajo El Pecado. En el lenguaje de la teología se dirá que la creencia en el PO ha servido para rechazar la religión de las obras, de tipo farisaico o pelagiano; peligro constante de todos los profesionales de la vida espiritual. Entendiendo el fariseísmo/pelagianismo no tanto como una ‘herejía’ concreta, surgida en un tiempo y espacio cultural deter­ minado, sino como propensión universal del espíritu humano, empeñado en realizarse a sí mismo sin auxilio de la ‘gracia’, de cual­ quier gracia. Especialmente, en el humanismo radical, si esta gracia se presenta como venida del cielo. Damos un primer paso en la explicación de la incapacidad soteriológica del hombre comentando el contenido del símbolo y prosopopeya de El Pecado , según lo propone Pablo y, bajo otros símbolos, todo el NT. Tanto la necesidad del Salvador como la correlativa incapacidad soteriológica del hombre, la señalan en el hecho, casi experimental, de que la humanidad se encuentra bajo la esclavitud del tirano El Pecado. Pero El Pecado y sus fuerzas de ocupación dispersas por el universo se hacen fuertes y ejercen su dominación, desde tres puntos estratégicos: a) desde el pecado de Adán, originante de los demás pecados que en el mundo han sido; b) desde el pecado original originado , inherente, interiorizado y hecho como «propio de cada uno», presentado como efecto del pecado « adánico/originante» y fuente él mismo de los pecados per­ sonales; c) desde los pecados personales con los que cada indivi­ duo se entrega voluntariamente al tirano El Pecado. Completando, mediante tales actos y consolidando el señorío de El Pecado que se introdujo en la historia humana por culpa de Adán81. 80 Dada la secular y alta vigencia que la teoría del PO ha obtenido en nuestra cultura occidental, religiosa y civil, se comprende que las palabras laudatorias de esta doctrina hayan sido innumerables. Además de algunas ya citadas y otras, valga, como ejemplo: Pío XI, dice que la doctrina sobre el PO, que para los nazis era obje­ to de escarnio, «pertenece al contenido irrenunciable de la religión cristiana», AAS 29 (1937) 157. Volveremos sobre este tema en el capítulo XVII. 81 Seguimos aquí la lectura que usualmente se ha venido haciendo de los datos del NT. Pero ya en páginas anteriores hemos hecho otra lectura más crítica y rigurosa de tales datos. También hemos explicado el alcance que damos a la figura paulina de El Pecado y su acción en el mundo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz