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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 143 soma , todo su ser) al poder de El Pecado. Este tienta, impulsa, hala­ ga, seduce, induce a pecar, pero no llega a imponer su ley de forma necesaria y fatal. En esto se distingue radical y temáticamente Pablo del necesarismo moral de los paganos de su época, de la gnosis de su tiempo y del maniqueísmo de entonces y posterior. La fatalidad queda excluida por doble partida: a ) porque el pecar nunca es forza­ do, impuesto en forma irresistible; b) porque la esclavitud inducida por El Pecado tampoco es fatal, irreversible, en absoluto. Sí que lo es por parte del hombre esclavizado. Pero el esclavo siempre será redimible y es redimido por Cristo. El asedio al que El Pecado somete al hombre, inicialmente se despliega en la zona de lo ambiental y exterior al hombre: las reali­ dades cósmicas culturales sociales, estructurales. Lo que Pablo llama creaciones de la carne. Con mayor proximidad opera la seducción, la tentación, el engaño ejercidos por las relaciones interpersonales. Si el hombre se deja seducir y se entrega y pone su ser (su soma) al servicio de El Pecado, éste extiende su dominio hasta lo más profun­ do de la persona, hasta el corazón. Nos encontramos, entonces, ante la experiencia del desgarro existencial, de la división profunda del hombre descrita por Pablo en Rm 7 , 7 - 25 . Sólo la Gracia le librará de esta situación desgraciada. El régimen de esclavitud al que El Peca­ do somete a la humanidad expresa, en otro lenguaje, la idea de la universalidad de la situación pecadora en la que se encuentra la humanidad antes de la llegada de Cristo. Este dominio de El Pecado hay que someterlo a similares matizaciones a las que entonces hacía­ mos. No aparecen tales matizaciones ni en Pablo ni en todo el NT. Pero sí que se vio precisada a hacerlas la reflexión cristiana posterior. Momento cumbre, para nuestra exposición, es aquel en el cual la reflexión teológica llegó a preguntarse —o más bien dio por segu­ ro— que el dominio de El Pecado se extendía también al recién lle­ gado a la existencia. En este momento, tuvo lugar el nacimiento de la doctrina del PO como magnitud de trazos propios, especial, autóno­ ma, distinta de otras formas de ejercer su dominio El Pecado. Es segu­ ro que Pablo y el NT proclaman el dominio de El Pecado en los hom­ bres adultos a los que dirigen su mensaje de conversión. A los que libremente han entregado su persona al servicio de El Pecado, se les urge a que ahora se entreguen, con generosa decisión, al dominio de El Espíritu que en Cristo se les ofrece.

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