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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 19 — ¿O, por fin, tal vez se debería optar por marginar el tema como irrelevante para nuestra ortodoxia y ortopraxis cristia­ na: una curiosidad que no tendría por qué ser satisfecha por una teología científica, seria? 2. PARA UNA JUSTA VALORACIÓN DE CUALQUIER PREVISIBLE RESPUESTA Me parece que a un creyente de nuestros días, libre de prejui­ cios doctrinales, de hipotecas culturales, de la rutina de la historia que se arrastra, pero que no se vive, si a alguien hoy y «de hoy» le hiciera esta pregunta, ¿cuál piensas tú que es la situación teologal del hombre al entrar en la existencia?, se sorprendería por lo lejano y curioso de la pregunta. Porque ¿qué interés podría tener el saber eso para la correcta profesión, vivencia y comunicación de nuestra fe cristiana? Juzgo del todo justificada esta extrañeza y reserva. Con cierta mesura, podría aplicarse a este caso lo que señala esta sen­ tenciosa frase: «Nada hay tan increíble como una respuesta a una pregunta que nadie ha formulado» (R. Niebuhr). Dentro de la jerar­ quía de verdades de nuestro credo, es evidente que, cualquier afir­ mación sobre la situación teologal del hombre al entrar en la vida, por su propia índole, vista en su propio tamaño y peso específico (= ex natura rei , que dirían los clásicos), ha de ser calificada como una verdad subsidiaria, colateral, marginal, ancilar al servicio de ver­ dades de mayor entidad y enjundia. Deducida, si fuere preciso, mediante raciocinios siempre laboriosos, de principios teológicos más altos; ordenada a explicarlos y comunicarlos en un determina­ do momento histórico. Lo hemos ya indicado: la palabra de Dios cuando se dirige al hombre, lo hace para informarle sobre lo que es necesario saber en orden a la salvación, no para satisfacer curiosidades. El destinatario inmediato y constante es el hombre ya hecho, el hombre adulto, capaz de responder libre, personalmente en la fe, esperanza y amor. Fijémo­ nos en el anuncio/pregón de salvación de Jesús: ya ha llegado el rei­ nado de Dios. Convertios y creed a la Buenanueva, Me 1, 15 y par. El que acepte el mensaje y sea bautizado será sacado de su vieja forma de vivir, transformado en nueva criatura, hombre nuevo, recreado en

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