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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 127 inmunidad del PO en María, su santificación en el primer instante, era la excelencia del Salvador: sólo está sin pecado el que vino a quitar los pecados de todos. Peligraría también la universalidad de su gracia salvadora, la cual no tendría sentido si el beneficiado no se encuentra previamente en pecado. Pretender que María no tuviese PO era intentar presentarla como no necesitada de la gracia de Cristo. Ante esta solemne argumentación, el Doctor Sutil realizó el ejercicio mental que los lógicos llaman ‘retorcer el argumento’, dando un giro copernicano a la discusión: si admitimos, arguye, que la Madre del Señor fue santificada en el primer instante, exen­ ta del PO, no sólo no atentamos contra la universalidad y eficacia de la Cruz de Cristo, sino que únicamente entonces reconocemos a Cristo como el perfectísimo, sobreabundante, eminentísimo reden­ tor, cf. Rm. 5, 15-17. Cristo redime a María con la más perfecta de las redenciones: la redención preventiva, con gracia preveniente y elevante. María misma no sólo no aparece como «irredenta» no- necesitada del Salvador (como objetaban los maculistas, al no tener PO), sino que ella es: a) la eminentísima perfectísima redimida; b) la máxima necesitada de redención = máxime indiguit redemp- tione; c) la más obligada al amor agradecido hacia Dios que le agra­ ció con tanta generosidad 70. Esta argumentación de Escoto sólo tiene validez y es conclu­ yente si se piensa que la acción salvadora de Cristo es, primordial­ mente, de signo positivo, caritológico, emprendida para dar vida y darla en abundancia, Jn 10, 10. Lo que en lenguaje escolar llama- 70 Los textos de Escoto, en sus diversas redacciones y en edición crítica, pue­ den verse en C. B a lic, Joannes Duns Scotus Doctor Inmaculae Conceptionis. Textus Auctoris, Romae 1954. En varias ocasiones he comentado estos textos, fijándome en los principios de soteriología y de caritología que acreditan su eficacia: A . de V illa l- m o n te , Contribución de la teología franciscana al desarrollo del dogma de la Inma­ culada, en Sal 1 (1954) 688-721; Id ., La teología de la Inmaculada y el dogma del pecado original, en Sal 22 (1975) 25-58; Id ., Qué es lo que celebramos en la fiesta de la Inmaculada, en EM 35 (1985) 311-340; Id ., Duns Escoto, la Inmaculada y el pecado original, en CF 60 (1990) 137-153; Id., Los inicios de la teología de la Inma­ culada, en EM 40 (1990) 195-219. La propuesta de Escoto de llamar a María «perfec­ tísima eminentísima redimida», precisamente por carecer de pecado original, ha sido recogida en los documentos del Magisterio, cuando hablaban de ella como «subli- miore modo redempta»: redimida de forma más plena que los demás redimidos: Vaticano II, LG 53; Fulgens Corona , DS 3909.

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