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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 123 En esta discusión convendría no confundir el concepto de «per­ sona», utilizado por la filosofía moderna y otras ciencias del hom­ bre, con el concepto metaempírico, metafísico utilizado por la teo­ logía e incluso por la filosofía de inspiración cristiana. Según la antropología moderna, un hombre no es propia y plenamente «per­ sona» hasta que no es capaz de actos conscientes y libres. Pero, en teología, el ser humano es ‘persona’ ya antes, desde el momento en que es individuo subsistente en una naturaleza o sustancia espi­ ritual. Por ello, no debe haber reticencias en decir que el ser huma­ no es ‘persona’ ya desde su edad infantil. Incluso en su vida como nasciturus, en el seno materno. En conclusión: no vemos motivo para que nuestra propuesta sobre la santidad original/inicial sea rechazada como teológicamente no legitimada o incorrecta. Cierto, queda la tarea de demostrar el hecho, la existencia real de tal situación teologal. Pero, por princi­ pio, no se niegue rigor teológico a la doctrina que, en otros campos, viene testificada desde siglos 67; que el hombre puede ser «santo» por gracia de Dios, antes de llegar a la vida consciente y libre. 5. FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA DE NUESTRA PROPUESTA Ya hemos reiterado nuestra intención de no sustituir el ‘dogma del pecado original’ de color oscuro, por el «dogma de la gracia ori­ ginal» de color luminoso. Calificábamos de desmesura intelectual y volitiva el dar seguridad de dogma a cualquier afirmación sobre la situación teologal del hombre al llegar a la existencia. Si se quiere y es conveniente hablar del tema, que se haga a nivel de una conclu­ sión teológica , de un teologúmeno. Y en la medida en que se pueda mostrarlo como derivación lógica —dentro de la analogía de la fe— 67 Dejando al margen otros hechos menores, no podemos olvidar que, el bau­ tismo administrado a los bebés, hace de ellos nueva criatura, los transforma en nuevo ser en Cristo, según frases paulinas. No se ve por qué un teólogo católico, por muy exigente que sea en su terminología, no puede decir de ellos que se encuentran en estado de gracia ante Dios. Dios acepta en ellos la persona, todo su ser humano, aunque no acepte las obras que no pueden ofrecerle todavía. En el Oriente cristiano conceden a los infantes la Eucaristía, ¿cómo negar que la Eucaristía les confiere la gracia a estos niños? Pienso que puede/debe hablarse en el caso de una «santidad consecratoria», según he expuesto en otra parte, ¿Pecado original o santidad origi­ naria?, cf. nota 61, 309-335.

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