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118 ALEJANDRO DE VILLALMONTE incorporación a Cristo en el niño. O bien rechazan la legitimidad teológica de semejante estado de Gracia inicial. Positivamente, al hablar de la gracia original queremos decir: — Cada hombre recibe esta gracia con el originarse mismo de su vida: en el primer instante de su ser natural como tal individuo humano 62. — Obviamente, el así agraciado por Dios lo es antes e indepen­ dientemente de que pueda co-laborar, co-operar personalmente en forma consciente y libre con la Gracia que en él actúa. Por tanto, la gratuidad absoluta de la gracia tiene aquí una espléndida manifesta­ ción. Más perceptible que cuando se pide la co-operación del adulto. — Con no menor claridad se ve que estar agraciado desde el origen no tiene conexión ninguna interna con el proceso de la gene­ ración natural. Sería una ocurrencia del todo desafortunada. Sencilla­ mente, en cada hombre coinciden cronológicamente —si es posible hablar así— la entrada en la vida natural y en la vida sobrenatural63. — Agradeceríamos al lector que nuestra propuesta sobre la «Gracia original» en modo alguno la ponga en cualquier tipo cone­ xión con la teoría de la santidad y justicia con que habría sido agra­ ciado el primer hombre/Adán. Integrada por tan grandes dones naturales, preternaturales, sobrenaturales. Hemos sido reiterativos en rechazar la secular «teología de Adán» como arbitraria, infundada. 62 Hablar de un «primer instante» es una convección del lenguaje, ya que el momento de la aparición de la vida humana no puede fecharse. Respecto al proce­ so filogenètico, el que se refiere a la aparición de la especie «homo», es competencia de la ciencia el determinarlo, en lo posible. A la teología le interesa decir solamente esto: desde el momento en que, dentro del proceso evolutivo, emerja un ser a quien podamos decir consustancial, concorpóreo y consanguíneo con nosotros y con Jesús de Nazaret, tenemos un sujeto capaz de recibir la acción de la Gracia. Similar afir­ mación vale por la aparición del «hombre» en el proceso de evolución ontogéni­ ca, el que se desarrolla en el seno materno. No tiene sentido entrar en ulterior casuís­ tica sobre estos indefinibles instantes. 63 De los ángeles dice san Agustín que Dios los creó de tal manera que, al mismo tiempo establece la naturaleza y dona la gracia: ‘simul (in eis) et condens naturam et largiens gratiam’. En cada hombre que llega a la vida el ‘don’ de la vida sobrenatural es cualitativamente distinto y superior a la vida ‘natural’ que, para un creyente, también es don de Dios. La coincidencia cronológica no afecta a la dife­ rencia entre naturaleza y gracia , que es cualitativa y óntica, si vale la expresión. Texto de Agustín en De Civ. Dei, XII, 9, 2; PL 44, 357.

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