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C ap ítu lo VIII LA GRACIA INICIAL DE TODO HOMBRE AL ENTRAR EN LA EXISTENCIA Cualquier investigación sobre este tema, al menos de entrada, podría ser tachada de vana curiosidad, difícil de satisfacer. Por eso, las primeras páginas de nuestro estudio las hubimos de dedicar a precisar los límites cognoscitivos y objetivos de la pregunta y de cualquier previsible respuesta. Nos mostrábamos cautelosos sobre el valor religioso real de la cuestión vista en sus propios límites y peso específico. 1. SENTIDO Y ALCANCE DE NUESTRA PROPUESTA En este contexto se comprende que hayamos de empezar acla rando el sentido del título que preside este capítulo. Recordamos, en primer término, que, durante siglos, la cristian dad occid en ta l otorgó alta solemnidad e importancia de primer grado a la afirmación de que todo hombre es concebido con la man cha del PO. Se le proclamó «dogma» basilar de la ortodoxia y orto- praxis cristiana. Muchos teólogos proponían la doctrina del PO como realidad, como idea-eje sobre la que gira la actual historia y econom ía de salvación. Llamada por ello, justamente, visión infra- lapsaria, hamartiocéntrica, adamocéntrica y hasta ‘pecadorista’ de la historia sagrada. Como si, eliminado Adán con su pecado porta dor de muerte, perdiese su primaria razón de ser o hubiese de cam biar de sentido la entrada en nuestra historia de Cristo, portador de vida. Estamos realizando una crítica minuciosa y radical de la vieja teoría del PO. Al propio tiempo, con las cautelas y sobriedad indi cadas, exponemos nuestra teoría, sin protección de grandes certi dumbres dogmáticas y divinales. Se ofrece como una conclusión teológ ica . Sólidamente encuadrada dentro de la analogía de la fe, dentro del contexto global de nuestro sistema católico de creencias, proponemos esta afirmación: Todo hombre, a l llegar a la existencia , se encuentra en situación teologal d e am istad y Gracia de Dios,
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