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EL SECRETO DE LA FILOSOFIA DE EUGENIO D’ORS 385 Mi impresión personal es que, cuando escribe El secreto d e la F ilosofía en los años 1945 y 1946, Eugenio d’Ors ve ya próximo el final de su vida y la piensa para sus adentros esencialmente como un fracaso: «Cuando aprecies, a cierta altura, que tu vida no puede llamarse bien lograda, piensa en la inmortalidad»15. Y efectivamen te, desde hace algún tiempo, d’Ors no piensa ya en la inmortalidad efímera de la fama, sino en Dios y en la eternidad, y encuentra la justificación que dota de sentido cabal a su vida en la pecu liar misión a él confiada en la cultura española. No obstante, no es su misión la del místico sino la del filósofo: «La diferencia esen cial entre el uno y el otro consiste en que, así como la aceptación de lo trascendente constituye, para el filósofo, el punto final de detención, que su esfuerzo ha tratado de alejar todo lo posible, la afirmación representa, para el místico, el punto de partida, desde el cual proyecta, suspenso y embriagado, los vuelos de su especu lación» (p. 170). Y, al hacer Eugenio d’Ors como filósofo ese balance de su pen samiento, su vida, y su empeño, susurra a sus lectores que «el verda dero secreto de la Filosofía, sin embargo, no puede ser tal. El ver dadero secreto, al descubrir que hay una Inteligencia más amplia que la Razón, y una vida más enérgica que la vida individual, vierte aguas de gracia sobre la seca enjutez y canaliza en solidez las corrien tes, que sólo a este precio pueden tornarse fertilizadoras». El verda dero secreto es más bien una «manera de vivir» (p. 31). Quizás el modo breve más preciso de caracterizar globalmente el pensamiento de Eugenio d’Ors sea el de un «intelectualismo post pragmático» l6. Esta formulación se hace eco de su propia definición en La filo s o fía d el h om b re qu e tr a b a ja y qu e ju e g a y en El secre to d e la F ilosofía da cuenta de la efectiva matriz del pensamiento orsiano. A este respecto, merece la pena transcribir la explicación genética de su filosofía que presenta él mismo en el primer diálogo presidido por una orquídea: 15 E. d ’O rs , «N o escarmentéis», Arriba, TI marzo 1947; comp. en Novísimo Glo sario (enero-junio 1947), ed. provisional de A. García Navarro y Á. d’Ors, Madrid 1996, p. 72. 16 E. Rojo P érez , «Prólogo», en E. d’Ors, La cien cia d e la cultura, Rialp, Madrid 1964, p. 10.
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