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388 JAIME NUBIOLA sible no recordar que, en aquellos años, en otros periódicos que entonces parecían de la ‘acera de enfrente’ (...), estaba Eugenio d’Ors en su incansable e inútil ejercicio de salón imaginario, de intento de conversación amable dentro de un hirsuto ambiente (...) La radical diferencia en la orientación definitiva moral, política de ambos escri­ tores no mengua su afinidad en el uso del lenguaje y en el sentido de la convivencia» 19. Entre los aprendices de su poderoso estilo, Francisco Umbral ha reconocido siempre la influencia que las glosas de Eugenio d’Ors tuvieron en su formación literaria: «Eugenio d’Ors es el nombre español más alto que se me ocurre como invención de un género periodístico/literario nuevo, la Glosa, que aporta al pe­ riódico anécdota y categoría, viñeta e ironía, opinión, información y el pulso nunca desdeñable de una vida que ha querido perderse, y ha sabido, en la gracia y desgracia del hallazgo diario»20. El estilo de d’Ors resulta en ocasiones un tanto alambicado para el lector contemporáneo. También lo era a menudo para sus coetá­ neos. «Lo que me suele costar mayores batallas polémicas en mi devoción a d’Ors —escribía José M.a Valverde en su necrológica— es mi alta estimación del valor estrictamente literario — incluso estilís­ tico— de su obra. No había, a mi juicio, una pluma tan ágil y variada, (...) que saltase con tanta flexibilidad de lo metafisico a lo castizo, de lo narrativo a lo definitorio. Su vasto instrumento expresivo reunía, gracias a los jugos de su humor, la solemnidad de la frase lapidaria y la vivacidad de la jerga diaria y efímera»21. El deseo de d’Ors de sacar brillo a las palabras para que así arrojen destellos de luz, le lleva a veces a alterar tanto el orden habitual de la oración castellana, que el lector se ve obligado a retroceder en su lectura para captar más plenamente el sentido. Sin embargo, como El secreto d e la Filosofía está construido a partir del Glosario, en el texto comparece a me­ nudo el mejor d’Ors. Sólo pierde pulso quizá cuando en la parte segunda, en la «Teoría de los Principios», presta atención pormenori­ zada a cuestiones científicas (entropía, física atómica, mecánica, este­ reoquímica), con las que el lector se siente menos familiarizado y con 19 J. M. V a lv er d e , «Introducción- a A. Machado, Ju a n de Mairena, Castalia, Madrid 1989, 2.a ed., pp. 19-21. 20 F. U m bral , Mis placeres y mis días, Espasa-Calpe, Madrid 1994, p. 12. 21 J. M. VALVERDe, «Presencia de Eugenio d’Ors», ínsula, n.° 106 (1954), p. 3-

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