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330 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO concepto de naturaleza, que en la pre-escolástica es muy diversa de la que acabó recibiendo en época posterior. San Buenaventura asume el concepto de naturaleza en una significación agustiniana, en el lla mado orden hipotéticamente necesario, sugiriendo que el hombre está dotado de una configuración estructural sólo pensable en el clima cristiano de creación. La naturaleza será siempre una forma perfectiva que encuentra su perfección con otras formas, con Dios, dentro de un esquema de relación personal e histórica. El escollo que, a mi juicio, salva san Buenaventura es no aplicar el concepto de aristotélica de naturaleza dentro de la antropología teológica, evi tando así una concepción fisicista de la condición humana, que es entendida dentro de los límites de la economía de la salvación. Desde esta perspectiva, el concepto d eform a beatificabilis real mente traduce un pan histórico dado por Dios al hombre y en ese sentido a la apertura del hombre al misterio, llamada a acrecentarse en todo un proceso de realización histórica, se le puede seguir lla mando natural, porque en el orden estructural dado por Dios tiene su origen; en este sentido, la bienaventuranza es una dimensión natural del hombre. La expresión significativa de Buenaventura es precisamente fecit beatificabilem 253. Evidentemente no tiene sentido preguntarse si se trata de un fin natural o sobrenatural, en el senti do en que estas expresiones fueron entendidas por la teología pos terior, dado que estos esquemas son desconocidos para Buenaven tura. El principio metafísico, que en realidad hay que leerlo como una categoría de la historia de la salvación, es el enunciado al prin cipio de la teología de la creación, el actuar Dios a se, secundum se, propter se, que explica la triple causalidad y toda relación del hombre con Dios 254. A mi juicio, los esquemas bonaventurianos, tanto el que descri be el triple actuar de Dios, como el esquema de la triple causalidad, impiden toda consideración sobre uno de los problemas que arras tró la teología neoescolástica, la yuxtaposición de los dos órdenes natural y sobrenatural y permite pensar en un fin único como desti no definitivo del hombre, que puede seguir siendo llamado natural 253 Cf. Brev., 2, 9, 2 (V, 226). 254 Cf. Brev., 2, 1, 4 (V, 219).
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