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328 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO se puede situar la antropología teológica. La libertad adquiere, en este dato de la sistematización, una significación nueva, al ser pensa­ da como una mediación para el retorno a Dios. La concepción de la libertad es, en este sentido, una concepción teologal, como teologal es la concepción misma del hombre. Esta forma de entender y pen­ sar la libertad humana puede entenderse como un proceso de libe­ ración que desarrolla el hombre en su propia biografía histórica. Dotar al hombre de libertad, al ser creado, es dotarlo de una capaci­ dad inicial de autodominio, de posesión de sí en Dios, que sólo al final de la historia personal humana podrá decirse definitivamente conseguida. El tema de la libertad incide en el corazón mismo de la antropología teológica y en la escatología. Con relación a aquélla, se desarrollan ambas en un continuo proceso de perfeccionamiento, que puede describirse con el esquema materia-forma. En cuanto a la escatología, la libertad es una mediación para el proceso de retorno a Dios que el hombre, como imagen suya, tiene que realizar. Al mismo tiempo que don y premio, la bienaventuranza es también tarea de la voluntad y de la libertad, porque el hombre, creado como forma beatificable, ha sido creado dotado de libertad. Otra de las posibles lecturas del concepto de forma beatificable es la clave de «vocación» y de «proyecto». Ambas vienen a coincidir en una concepción del hombre, que antes que presentarle como un factum , realmente le presentan como un faciendum . Es una idea que va aneja a la teología de la imagen divina. Si ésta es un proceso hacia formas nuevas, como son la semejanza y la gloria, todo lleva a pensar que la relectura del pensamiento bonaventuriano puede perfectamente hacerse desde cualquiera de estas claves. Porque si el concepto de «vocación» es interpretado en su original sentido de lla­ mada-respuesta, la misma idea de fo rm a beatificabilis nos da una configuración del hombre como ser abierto al diálogo, a la posibili­ dad de unos horizontes nuevos que vienen a determinar todo su ser. Por otra parte, la misma idea bonaventuriana de form a, dentro de la pluralidad de significaciones que este concepto entraña, indica que es un principio de actividad o de acción y el modo concreto en que el hombre existe y es perceptible. Esta primera aplicación a la antropología teológica viene a sugerir que el hombre, dentro de la economía de la salvación, está llamado al don de la bienaven­ turanza, al que sólo puede arribar por el mérito. Está marcado por

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