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ANTROPOLOGÍA Y ESCATOLOGÌA 319 en cuanto que el hombre, para lograr lo mejor de si mismo, tiene que abrirse al horizonte infinito del ser. Si el principio del ser del hombre no está en el hombre mismo sino en otro, tampoco está en el hombre el fin (destino o plenitud) de su se r218. R electura de una fórmula En un contexto de escatología puede ser releída la teoría del hombre como form a beatificabilis. Cuando san Buenaventura abor­ da este tema, puede decirse que no hace otra cosa que explicitar su propia teoría sobre la finalidad de la creación, el tema de la gloria communicanda et participanda, como «leiv motif» de toda la siste­ matización. La concepción de la forma beatificable se sitúa en la línea inte- lectualista que tiene toda la antropología bonaventuriana, al pensar la bienaventuranza como el fin último de toda operación racional, de forma que de no existir dicho fin, toda la actividad del alma sería inútil219, dada esta finalidad se puede afirmar en el hombre el appe- titus beatitudinis, del que viene a deducirse que el hombre ha sido creado para la bienaventuranza. En el pensamiento de san Buena­ ventura hay tres temas perfectamente engarzados y que lógicamente uno postula la existencia del otro: capacitas Dei, desiderium, beati- tudo, siendo impensable uno sin el otro. El primero postulará nece­ sariamente la existencia del último. Capacidad de Dios revela la apertura intencional del hombre que descifra los vestigios de Dios en el universo creado, al mismo tiempo que se descubre a sí mismo como transcendente, expresiones que en san Buenaventura tienen un relevante espesor semántico y una profunda orientación teológi­ ca, dado que la capacidad de Dios propone al hombre, ontológica- 218 «Si natura nostra esset a nobis, profecto et nostrum nos genuissemus sapientiam, nec earn doctrinam, id est aliunde discendo, percipere curaremus; et amor noster a nobis profectus, et ad nos relatus, ad bene vivendum sufficeret, nec bono alio quo fruemur ullo indigeret. Nunc vero quia natura nostra, ut esset, Deum habet auctorem; procul dubio, ut vera sapiamus, ipsum debemus habere doctorem; ipsum etiam ut beati simus, suavitatis intimae largitorem», S an A gustín , De Civitate Dei, 11, 25 (PL 41, 339). 219 Cf. 2 Sent d 19 a 1 q 1f 5-6 (II, 459).

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