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294 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO definitivo en tanto que la teología latina posterior a Agustín, tendrá en él su fuente primera de inspiración. Buenaventura no se ha planteado temas y problemas que tuvie ron que ser resueltos por san Agustín, como el tema del fin del hom bre, de cara a los problemas que podía plantear la filosofía antigua a la visión cristiana de Dios y la visión cristiana del hombre, sin embargo, cuando Buenaventura aborda en tema de la bienaventu ranza en el contexto de la sistematización teológica, muchos mati ces del pensamiento agustiniano acaban perdiéndose, al ser reduci dos a una síntesis orgánica, pero un común substrato antropológico es innegable en ambos pensadores. Cuando san Buenaventura inter preta desde una doble clave el concepto de beatitudo está apoyado en su teoría del hombre imagen de Dios, en gran parte asumida de san Agustín. Hablar de la bienaventuranza como objeto del deseo del hombre, supone identificar el fin de este deseo con Dios mismo a quien el hombre está intencionado. En esta primera concepción de la bienaventuranza, encontramos un eje que es la teoría antropo lógica del h om o c a p a x Dei, fo rm a beatificabilis, y por ello c a p ax Dei y porque c a p a x Dei, fo rm a beatificabilis. Capacidad de Dios y posibilidad de participarle serán los principios antropológicos que Buenaventura asuma de Agustín y que los proyectará en su concep ción teológica de la bienaventuranza, para presentarla no como algo advenedizo al hombre, sino como un fin que por voluntad divina histórica, al hombre le es connatural. En este sentido, se puede hablar de una formal coincidencia entre el pensamiento agustiniano y el pensamiento de Buenaventura, en cuanto que en ambos pensa dores Dios es presentado como el fin del hombre 117, porque en ambos hay un mismo principio: la afirmación de la voluntad hu mana que tiene como fin la bienaventuranza 118, afirmación común a todo el mundo de la antigüedad, y que deviene la tesis central del Hortensius de Cicerón 119. Como en páginas anteriores he dicho, 117 Cf. 4 Sent d 49 p 1 a u q 1 concl. (IV, 1000). 118 «Non itaque omnino ipsa voluntas hominis, cujus finis non est nisi beatitu do, sed ad hoc unum interim voluntas vivendi finem non habet nisi visionem, sive id référât ad aliud, sive non référât», S an A gustín , De Trinitate, 11, 6 , 10 (PL 41, 992). 119 Cf. A. S olignac , La volonté universelle de vie heureuse, note complémen taire, Bibliothèque Augustiniènne, vol. 14, 567-568.
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