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286 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO para el hombre. Agustín mantienen el punto de vista de Plotino, que considera a Dios como bien supremo y causa última de la perfec­ ción del hombre. Si Plotino ha puesto el bien del hombre en la ener- g e ia k a ta ph isin , en los esquemas agustinianos de la gracia se encuentra un esquema de parecidas raíces: la afirmación de que la perfección del alma depende de la virtud. La relación entre el don de la gracia y la virtud, obra de la libertad, problemática que no puede ser analizada aquí. El De moribus agustiniano transforma el pensamiento de Plotino. La idea de bien supremo del hombre en el De moribus agusti­ niano tiene un sentido ontologico aunque vinculado a la idea del fin del hombre en sentido moral. Es una de las ideas que la teolo­ gía subsiguiente a Agustín va a mantener. El sentido moral del fin del hombre está expresado en el mandamiento del amor a Dios, inseparable del mandamiento del amor al prójimo91. El De moribus plantea al cristianismo la cuestión de la filosofía antigua sobre el fin del hombre y la cuestión implica una respuesta en la que se hace derivar el telos de una función propia de la natura­ leza humana, comprendida desde los postulados de la psicología pro­ pia del platonismo y del estoicismo, la idea de mens, como portio superior an im ae, preexistente e inmortal, que liberada de sus partes inferiores tiene que levantarse, impulsada por el eros hacia el mundo de las ideas. La homoiosis Theó katá to dynatón 92 es una fórmula de Platón y del platonismo medio, desarrollada por Plotino93. El De mori­ bus cristianiza la ética platónica y neoplatónica. Si en esta obra de juventud ha deducido del axioma platónico sobre la felicidad, que Dios es el bien supremo del hombre, en el desarrollo de la obra ha formulado un planteamiento cristiano de la ética, que sólo puede ser resuelto en el mandamiento cristiano del amor94. 91 «Audivimus quid diligere, et qunatum diligere debeamus; eo est omnino tenendum, ad id omnia consilia nostra referenda. Bonurum summa, Deus nobis est. Deus est nobis summum bonum. Ñeque infra remanendum nobis est, ñeque ultra quaerendum: alterum enim periculosum, alterum nullum est», S an A gustín , De mori- bus, 1, 8, 13 (PL 32, 1 31 6 ). 92 Cf. P latón , Phedro , 248a; Theeteo 1 76b, Phedon 82 a/b. 93 Cf. P lo tin o , Enéadas, 1, 2 passim . 9 4 «Audiamus ergo quern finem bonorum nobis, Christe, prtaescribas; nec dubium est quim is erit finis quo nos summo amore tendere jubes: “Diliges”, inquit,

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