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274 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO semejanza. Al presentar la bienaventuranza como el fin del deseo humano, el problema escatológico es comprendido desde un punto de vista antropocéntrico, como realidad última o postrimería a la que el hombre se ordena. Es el fin de un deseo humano y lo es en una doble dimensión como obiectum y como informans. La prime­ ra de estas dos modalidades de la bienaventuranza recuerda la teo­ ría del alma imagen de Dios. El verdadero fin último al que el hom­ bre se ordena es Dios mismo. Con esta doble modalidad del fin se trata de salvaguardar la trascendencia de Dios. El fin is informans sugiere la idea de la acción transformante de la gracia 58. Cuando san Buenaventura habla de la bienaventuranza no se trata de lugares ni de tiempos sobre los que puedan proyectarse categorías espacio-temporales, ya que el hombre que ha pasado por la muerte pertenece a una forma de realidad que ni es espacial ni temporal, y si alguna categoría puede ofrecer algún indicio signifi­ cante de esa nueva forma de existencia, que nunca será directamen­ te percibida, tal categoría será la de participación en la vida de Dios. El concepto de bienaventuranza puede ser leído, en una pri­ mera aproximación a él, como la definitiva consolidación del deseo y de la capacidad de Dios con que el hombre fue creado, que recla­ ma, como condición de su dignidad no ser anulado por ninguna transmuerte. Es este sentido, bienaventuranza es le punto final de un deseo de Dios que es definitivamente colmado. La distinción entre bienaventuranza como obiectum y como informans es útil para subrayar la transcendencia de Dios, que nunca podrá ser la forma perfectiva de la creatura. El lenguaje remi­ te a la teología de la gracia. La doble orientación del tema responde al modo de la actuación de Dios, como principio efficiens et infor­ mans. Si Dios no puede ser considerado como forma perfectiva de la creatura, es este sentido, se puede hablar de la bienaventuranza como de un don increado y también de bienaventuranza objetiva y de influentia divina en el hombre que es la deiformitas y satietas. 58 «Dicendum, quod beatitudo est finis satians nostrum appetitum. Satians autem nostrum appetitum sicut obiectum solus Deus est, ad quem capiendum huma- na anima ordinatur. Satians autem sicut informans est ipsa influentia Dei in anima, quae est ipsa deiformitas et satietas», 4 Sent d 41 a 1 q 1 concl (IV, 1000-1001).

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