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ANTROPOLOGÍA Y ESCATOLOGÌA 269 se entre la creación como comienzo de la historia salvífica y el final de la historia como consumación de todo, entre la antropología que considera al hombre como imagen y semejanza de Dios y la escato- logía que habla de su destino último. La explicación radical y última de la creación, como una histo ria abierta al futuro y al hombre como actor de esta historia, llama do a la bienaventuranza, no es otra que Dios mismo. La pregunta lleva al examen de las categorías en las que Buenaventura encuadra el hecho de la creación y al examen mismo de las relaciones entre una existencia humana, pensada como apertura al misterio y como definitiva quietación en él. 2. LA SITUACIÓN FINAL La escatología, como tratado teológico, tiene en san Buenaven tura idénticas características a los demás tratados. Siguiendo la lógi ca que la historia de la salvación le impone, la historia humana, pen- sable como un drama en tres actos, origen, desarrollo y final, estos tres actos responden a las leyes de la dispensatio divina, creación, revelación y gracia que ordenadamente se suceden 48. Si en reali dad, la historia de la salvación es la historia del actuar de Dios, los inicios de esta historia y el modo concreto de realizarse están mar cados por Dios mismo. Una lectura de textos puede dar la impresión de que algunos de sus esquemas son pura metafísica platónica, pero el esquema de la triple causalidad, que describe a la creatura como efecto de la Trini dad creante. Eficiencia, ejemplaridad y finalidad, aparte de traducir una metafísica de las relaciones del ser creado con su Principio crea dor, vienen a traducir el modo concreto del actuar divino en la histo ria de la salvación. La creatura sólo existe en dependencia de Dios, 48 «Aspectus fidelis considerans hune mundum, attendit originem decursum et terminum. Nam fide credimus, aptata esse saecula Verbo vitae; fide credimus, trium legum tempora, scilicet naturae, Scripturae et gratiae sibi succedere et ordinatissime decurrisse: fide credimus, mundum per finalem iudicium terminandum esse: in primo potentiam, in secundo providentiam, in tertio iustitiam summi principii advertentes», Itin., 1, 12 (V, 298).
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