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224 SATURNINO ARA cambiado y cambiante, tienen que ser diversas, es decir, responder y estar en conformidad con los signos de los tiempos, querer de Dios. La Regla de san Francisco de Asís, como toda otra Regla, Forma, Fórmula, etc., en su núcleo evangélico o espiritual, no está supera­ da, pero la teología actual conoce y se maneja con expresiones muy diversas, que conviene que la programación de vida franciscano- capuchina tenga bien presente y las haga suyas. La Regla franciscana, como documento espiritual, lo escribimos con el mayor respeto y admiración por el seráfico Padre, no cabe duda que está «superada» por otros documentos espirituales, escritos y formulados en respuesta a una nueva, y más depurada teología bíblica, espiritual, moral, jurídica y tan diversos y correctos concep­ tos antropológicos. ¿Es pieza de museo? En modo alguno. Es el meollo del Evange­ lio necesitado de nuevas formulaciones teológicas 2. Porque las nue­ vas formulaciones normativas quedan recogidas y las dan las res­ pectivas Constituciones. Las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos se substituyen y son la Regla de san Francisco en cuanto norma, expuesta y presentada con distintas prescripciones, superada res­ pecto del pasado: buscan expresarse de forma más actualizada, tam­ bién de forma distintamente espiritual, lo cual no quiere decir de un modo más exigente o radicalmente evangélico. Las Constitucio­ nes de los Hermanos Menores Capuchinos, en cuanto documento jurídico, deben contener unas prescripciones legales que les hagan aparecer y ser espirituales, es decir, expresión de una vida evangéli­ ca, seguimiento de Cristo realizado en claves de Francisco de Asís, pero en el hoy. Porque si las Constituciones no son una exposición rica de valores espirituales, no son tampoco un documento jurídico; pue­ den aparecer y presentarse, entonces, como el producto de unos 2 Escribe C ia rd i: «La Scrittura è considerata il fondamento della vita monastica, è l’unica regola per la vita cristiana e per quella monastica. Basilio non chiamava mai regola il piccolo e il grande Asketicon, come invece farà la tradizione successi­ va». F. C ia rd i, Koinonia. Itinerario teológico-spirituale della comunità religiosa, Roma 1993, p. 98, nota 7.

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