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EL PATRIMONIO ESPIRITUAL DE LOS HERMANOS.. 253 negación de lo afirmado precedentemente, sino un complemento. Exis­ ten personas que saben servirse de esas formulaciones para orientar con acierto la vida cotidiana de los individuos y de las fraternidades. Hay personas, religiosos capuchinos y no capuchinos entende­ mos decir, que, arrastradas por su actitud de reacción frente al auto­ ritarismo de un pasado y de algunos superiores y el mal entendido del carácter de las normas, no logran servirse adecuadamente del texto constitucional renovado y adaptado. Es difícil poder explicarse cómo estos mismos religiosos que, generalmente, la han tomado contra el Derecho, también contra la Jerarquía, en particular, contra la Congregación para los institutos de vida consagrada y para las sociedades de vida apostólica, no llegan a entender y descubrir que la misma buena voluntad y adecuada com­ petencia de la que uno se cree portador, se encuentre entre los curia­ les de las casas generalicias y congregaciones romanas y con idénti­ cas limitaciones y deficiencias. En general, éstos de quienes vengo hablando, hombres y mujeres contrarios al Derecho, suelen ser los más acérrimos empeñados por suscitar un pasado espiritual y doctri­ nal, a su parecer, rico frente a la «pobreza» del hoy del postconcilio y de la sociedad que acepta y apuesta por la postmodernidad buena. Apurando un poco más cuanto venimos escribiendo, se podría, tal vez, afirmar que ni parece ni resulta deslumbrador, irreal o pre­ suntuoso reconocer que la vida capuchina, al igual que sus Consti­ tuciones, responden a una iniciativa divina que busca ayudar a vivir el don del carisma franciscano-capuchino y su misión en el concre­ to momento y contexto socio-económico-político-religioso de nues­ tra Iglesia y sociedad actual, cara al 2000 del cristianismo, ocho siglos de vida franciscana y cinco de capuchina. Había pensado en la redacción de un tercer punto o apartado sobre el futuro doctrinal y normativo de las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos, presentación y proyección de un programa de vida a realizar en un mundo secularizado. Lo dejamos para una próxima publicación. Trataré de presentar allí el programa de vida capuchina, las Constituciones, vividas en un mundo secular, sin nostalgias del pasado y sin enfrentamientos a los valores del hoy.— (Continuará). Fr. Saturnino A ra

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