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242 SATURNINO ARA Parto del momento cultural actual en que vivimos: sociedad o cultura de la libertad, de la democracia, de la autonomía, de la pluralidad y, al fin y siempre, de la verdad. Dejo para un próximo y distinto apartado la continuación de esta reflexión del tema de las Constituciones y de la consagración religiosa vividos en un mundo secular. Comienzo por hacer notar que la reforma de las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos ha sido vista, en todo momento, como la redacción de unas normas que presentan un proyecto de vida y que buscan reflejar y plasmar una doctrina espi­ ritual, de forma bien actualizada, exposición bien expresiva del carisma y misión propios. Y que puede quedar la impresión de que, en el trabajo de la reforma de las Constituciones, la atención ha ido menos por el aspecto doctrinal y más por la valoración de la refor­ ma legislativa. Cito un hecho, vivido muy de cerca y personalmente muy sen­ tido: las observaciones que los técnicos de la Congregación hicie­ ron, en su día, al texto de las Constituciones, se centran casi exclu­ sivamente en la redacción normativa: por excepción se fijan y hacen alguna referencia a la exposición doctrinal que presenta y describe el propio carisma y la misión específica desarrollados y vividos en el hoy. Es un hecho bien conocido que la Congregación para los insti­ tutos de vida consagrada y para las sociedades de vida apostólica no ha entrado en el examen de los textos doctrinales, dejando a los diversos y respectivos institutos la tarea de definir y describir su patrimonio espiritual desde la visión doctrinal. Actitud ejemplar, en cuanto expresión del respeto al querer del Espíritu que sopla donde quiere, calificada por la técnica moderna como descentralización. Ese preocuparse por el acierto de la renovación normativa aparece explicable si la actitud es vista y entendida como un medio de ayu­ dar una redacción que, si no se hace de una forma bien precisa, puede dar origen a «conflictos», los de siempre. Los institutos religiosos, en particular los de vida consagrada, han puesto, en general, escaso esfuerzo y empeño en cuidar los aspectos normativos que determinan, vgr., las exigencias de oración y de fraternidad, incluso de los votos; un algo más en la redacción de las normas o capítulo del gobierno.

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