PS_NyG_1998v045n001p0151_0160

158 ENRIQUE RIVERA pensar metafísico religioso. Una cúspide de su pensar sobre la misma es este pasaje de NHD: «La religación nos hace patente lo que pudiéramos llamar la fu n d am en ta lid a d de la existencia huma­ na. Fundamento es aquello que es raíz y apoyo a la vez» (ed. 1963, p. 372). En la página siguiente llega a afirmar que el hombre «velis nolis» consiste en religación o religión. He aquí ahora cómo D. Gra­ cia resume la definitiva doctrina de su maestro sobre la religación: «La religación no es un concepto, sino un carácter físico aprehendi­ do en impresión de realidad... La religación es la realidad apoderán­ dose de mi... Toda la marcha ulterior desde la religación a Dios no está dada en aprehensión» (pp. 214-5). Ante estos dos textos, el de Zubiri y el de su discípulo que sintetiza al último Zubiri, parece advertirse un deslizamiento desde una metafísica ligada a la viven­ cia religiosa a una metafísica más o menos autónoma, que busca el acceso a Dios a lo largo de una marcha progresiva. Este deslizamiento lo hace sensible una jaculatoria actual que se lee en la Liturgia d e las Horas: «Dios mío, peña mía, refugio mío, Dios mío» (ed. 1981, pp. 569, 825...). Que se invoque a Dios llamán­ dole «peña», lo usufructúa reiteradamente Zubiri para motivar que Dios es, en verdad, fundamento de nuestro ser, en su meditada obra H om bre y Dios. Ve en la «peña» una metáfora de la religación. Pero se ha de advertir que esta jaculatoria, como vivencia religiosa, lleva en sí un sentido unitario en virtud del cual Dios no es sólo, ni pri­ meramente, quien nos fundamenta en el ser, sino la realidad potente y amorosa que nos envuelve con su presencia. Esta presencia no ha de entenderse en el sentido ontologista de ver las cosas en Dios. Se ha de entender como lo enseñó Jesús: «Mirad las aves del cielo que nutre vuestro Padre... A los lirios del campo que viste...». Dios siem­ pre a nuestro lado en las cosas que nos rodean. Francisco de Asís de este modo intuitivo veía a Dios en las cosas, según se comenta en otro estudio mío, publicado en este número. La jaculatoria mentada ha tenido en sus múltiples formas vigen­ cia de milenios. Parte de los salmos bíblicos. La piedad hebreo-cris­ tiana la ha vivido a lo largo de los siglos hasta el día de hoy. Pien­ so, por lo mismo, que está al margen de esta experiencia milenaria de la religación, esencialmente ligada al Dios personal en sus múlti­ ples perfecciones, la tendencia metafísica de explicar la religación desde la aprehensión de la realidad que se impone al hombre con

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz