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REFLEXIÓN INICIAL SOBRE LA GRACIA 143 Antes de cualquier consideración hamartiológica, hemos de descubrir su carácter caritológico. Antes de hablar de la liberación del pecado, hemos de reconocer, agradecidamente, que hemos sido liberados de la nada, del no ser. He aquí cómo la creación es un acto de liberación, un acto de gracia. Vivimos: esa es una gracia de Dios, una experiencia de gracia. Pretender comenzar nuestra reflexión por un supuesto pecado original, es pasar por alto la gracia de la vida. Es una actitud desa­ gradecida para con la misericordia del Señor. Proclamemos su Amor original originante, para que podamos nosotros reconocernos como amor original originado. Es de elemen­ tal gratitud. 3. AMOR ORIGINAL ORIGINADO Ya nos encontramos con el amor originado que somos noso­ tros. Ya nos encontramos con la existencia, con la vida. Tenemos que cantar: «Gracias a la vida, que me ha dado tanto...«. Hay que constatar esta voluntad salvífica universal de todos los seres humanos desde el primer momento de la creación. Hemos sido salvados de la nadeidad, de la nada, y comenzamos a disfrutar del aire, del sol, de la compañía de otros seres humanos. Todo esto es gracia, misericordia. Pero el amor divino no se ha reducido a traernos a esta exis­ tencia concreta, temporal, finita. Vivimos una existencia frágil, contingente. ¿Por qué Dios no nos hizo plenamente felices, sin pasar por el trago amargo de este valle de lágrimas? Somos mortales, tenemos que morir. ¿No sería mejor vivir para siempre sin el trance de la muerte? Hay quienes piensan que Dios podría hacernos felices sin más, pero no quiere. Esto es monstruoso. Escribió alguien: «Yo desprecia­ ría hasta la muerte el amar a una creación en la que los niños son torturados»5. 5 A. C amus , La peste, París 1947, p. 179.

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